Ha pasado casi un año desde que Paquita fuese elegida presidenta de la comunidad La Colmena. Eran otros tiempos; ahora es rica por la gracia de la lotería del Niño, y no por la tarea realizada, y ha subido un escalón en la tontería social. "En la próxima junta, en la que se renovarán los cargos, dejaré el sillón de la mejor presidenta que ha habido en la comunidad", se jacta en decir. Y la única, por cierto.
Atrás quedan los improperios que lanzó por tener que ser una presidenta "discapacitada". Su situación actual es bien distinta: tiene dinero suficiente para hacer lo que siempre quiso, viajar, e incluso ahora puede comprar cuantos cargos desee desempeñar.
Cuando supieron de su buena suerte, los vecinos de La Colmena no dudaron en pensar que pronto abandonaría la comunidad y se mudaría a una casa con todas las comodidades. Nada más lejos de la realidad: Paquita, muy orgullosa de estar donde bien la reciben -o eso cree-, ha decidido no cambiar, de momento, su domicilio. "Me encuentro muy arropada y entretenida todos los días", le dijo a su vecina de escalera.
Por fin llegó el día de la celebración de la reunión de vecinos, y tras sortear el puesto de presidente, le tocó -válgame Dios, pensaron algunos- a Albert, que tiene su casa en la planta segunda. Aunque en su día optó a la carrera presidencial como candidato voluntario, había cejado en su empeño, y ya no quería ser presidente. "Pues toma dos tazas", pensó la otrora presidenta, Paquita.
Ante tal "marrón", la primera petición que Albert realizó a la comunidad fue que su cargo fuera remunerado como caso excepcional. Una opción que nunca se había dado en La Colmena y que necesitaba del asesoramiento de Gregorio, el administrador. "No hay impedimento legal en que se pague una pequeña remuneración al propietario que ejerza de presidente en concepto de gastos de representación por el tiempo e inconvenientes inherentes al cargo. El acuerdo podrá adoptarse por mayoría simple", aclaró. "Ahora bien", continuó, "este ingreso deberá declararlo a Hacienda como rendimiento obtenido".
Dicho lo cual, fue el propio Albert el que rehusó a cobrar por ejercer este cargo, de cualquier manera obligatorio. Eso sí, si se lo hubiese pensado mejor, hasta Paquita, ahora rica, le hubiese pagado por sustituirla en la presidencia.
Fuente: http://www.elmundo.es/