La gente se vuelve a pelear por los pisos... pero en alquiler. "No solo los mejores, también los menos buenos duran horas vacíos desde que colgamos la oferta", comentan en una de las principales inmobiliarias de Galicia. Está ocurriendo en casi todas las urbes más pobladas y sus localidades cercanas como consecuencia, sobre todo, de la movilidad laboral, el cambio de mentalidad de las nuevas generaciones de hogares jóvenes, la merma de la capacidad adquisitiva para poder acceder a una vivienda en propiedad y también por el efecto arrastre de los arrendamientos vacacionales "que cotiza al alza para sus propietarios por la rentabilidad superior al alquiler tradicional", explican desde la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias (Fegein).
Tan fuerte es este nuevo terremoto en el sector que en el último año el stock de inmuebles disponibles se desplomó un 40% y los precios no paran de subir. La bolsa de alquiler se empieza a agotar y el encarecimiento es "inasumible", advierte Benito Iglesias, presidente de Fegein, "para los ingresos de las economías familiares en un contexto de datos macroeconómicos positivos, pero que no se acaban de trasladar a la economía de lo hogares, en especial los que ya llegan con dificultades a fin de mes".
El mercado del alquiler en Galicia aceleró el paso durante 2017. Se intuía que la modalidad del arrendamiento venía para quedarse. Entre 2009 y 2016, el número de familias que viven en alquiler aumentó un 36%, según los últimos datos publicados por el Instituto Galego de Estatística (IGE). Solo en el último ejercicio analizado, entre 2015 y 2016, la subida rozó los 10.000. Suponen casi el 13% del total de hogares en la comunidad. Un porcentaje inédito.
Tampoco tienen precedentes los precios en los nuevos contratos. En 2016 el coste medio alcanzó los 303,06 euros -cerca de un 9% por encima de 2008- y el pasado año siguieron al alza, "los más altos desde que hay registros", apuntan las inmobiliarias de la comunidad.
En la provincia de A Coruña, la capital ronda los 7,60 euros por metro cuadrado. Seis euros tanto en Santiago de Compostela como en Cedeira; y supera los 5 en Oleiros, Cambre, Culleredo y Sada.
El metro cuadrado llega a los 11 euros en Sanxenxo, influido evidentemente por el tirón vacacional. Vigo es la siguiente localidad más cara: 8,50 euros. En las vecinas Nigrán y Baiona se sitúa en 7 y 6 euros, respectivamente; y muy por encima de los 5 euros en Pontevedra, Redondela, O Grove y Cangas.
En Ourense se paga a 5,20 euros y a entre 3,5 y 4 en los ayuntamientos que le rodean, como Barbadás y San Cibrao das Viñas. En Lugo, los alquileres más elevados están en la costa: Viveiro (5,60), Ribadeo (5,50) y Foz (5,20).
Hasta ahora, como apunta Iglesias, Galicia contaba con una oferta "más que suficiente" para cubrir la demanda de arrendamientos, por lo que los precios estaban equilibrados con la renta per cápita de la autonomía. En este 2018 "percibimos un punto de inflexión" que podría desembocar en el desabastecimiento del mercado del alquiler en Galicia el próximo año o incluso en el segundo semestre del ejercicio actual, sobre todo en A Coruña y Vigo. "Un problema preocupante", advierte Iglesias.
La vivienda típica, con dos habitaciones, que antes podía moverse alrededor de los 400 euros al mes actualmente se paga a más de 600. "En los últimos meses está pasando demasiado que la gente que nos viene a las inmobiliarias se enfada porque no puede permitírselo", añade el máximo responsable de Fegein, que insta a la administración a actuar para que la vivienda vacía en manos de fondos o el banco malo salga al mercado y evitar el colapso y que la gente se quede sin opciones.
Porque la situación podría agravarse todavía más. Este año vencen muchos contratos firmados al amparo de la reforma de la ley de alquiler de 2013. Toca revisar el precio. "El propietario tiene la libertad para subirlo y si el inquilino no quiere, volver a ponerla en el mercado a precios actualizados, más caros", recuerda Iglesias.