Colonial y Reyal Urbis han puesto de manifiesto una realidad que se ha intentado tapar mucho tiempo, pero que ya no tiene máscara posible: los bancos y las inmobiliarias van a perder dinero y no valen las refinanciaciones de antes. Ahora, sólo queda bajar precios, crear bancos malos y canjear la deuda que se pueda por los activos menos malos.
El proceso de desmembración del sector inmobiliario español sigue su curso. Pocos días después de que nuestros bancos y cajas de ahorros nos hayan enseñado el valor de sus multimillonarias miserias en forma de ladrillo, ahora es el turno de las empresas en proceso de refinanciación de la deuda. Para las dos partes, es el momento de canjear deuda casi por lo que sea.
Para los acreedores vale todo menos llevar al balance y a la cuenta de resultados el impacto de un concurso de acreedores. En juego está su cotización en bolsa y las previsiones de ingresos y beneficios para 2010, ya de por sí bastante cuestionadas tras las brutales provisiones que han tenido que realizar para cubrirse de lo que está por llegar –lo peor, no lo duden- en el mercado inmobiliario español.
El proceso de renegociación de la deuda de nuestras inmobiliarias en apuros demuestra que el personal –bancos, cajas y promotores- ya está convencido de que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Es decir, que los promotores no van a pagar ni una mínima parte de su deuda, como reconoció la Asociación Hipotecaria Española (AHE) hace poco más de dos semanas, y que sólo si todas las partes están dispuestas a compartir los daños y perjuicios se puede sacar del coma a lo más granado del sector.
Esta misma semana, Colonial y Reyal Urbis han empezado a desbloquear sus procesos de refinanciación. La primera, la menos grave, siempre dentro de un cuadro clínico que amenaza con el colapso, no ha tenido más remedio que aplicar la cirugía a sus miembros más enfermos y recluirlos en una nueva empresa. Es decir, lo que en finanzas llamaríamos un “banco malo” donde van los activos sin valor o ilíquidos, quién sabe por cuánto tiempo. Mientras, los acreedores se “comen” otros 1.700 millones de deuda que será convertida en acciones. Y, por supuesto, nada de cobrar intereses en los próximos 50 meses.
Lo de Reyal Urbis es más complicado. Con la venta de activos a cuatro entidades –Sabadell, Bancaja, Caixa Galicia y Caixanova- por el equivalente a algo más de un 8% de la deuda del grupo, se desbloquean unas negociaciones durísimas para la renegociación de la deuda.
Por lo visto, el mensaje del presidente de BBVA –precisamente el acreedor más exigente de está inmobiliaria- reclamando un acuerdo entre todas la partes para ajustar los precios de mercado en el sector y evitar males mayores ha surtido efecto. No les quepa duda de que al jefe de Reyal, Rafael Santamaría, le habrán obligado a vender con unos descuentos más que relevantes. Esos a los que hasta ahora siempre se había negado. Pero lo tiempos de las patadas hacia delante han terminado.
No cabe ya la indulgencia cuando un sólo error más puede llevar a las compañías a la desaparición. Quien puede está cambiando los cromos y quitándose de en medio a costa de engordar su parque de activos inmobiliarios. Para eso son las provisiones de 2009 y las que están por venir.
Muy llamativa es la jugada de Banco Sabadell y Caixa Galicia. Hace ahora un año se quedaron con activos de Renta Corporación y dejaron de ser acreedores del grupo catalán. Ahora, junto a Bancaja y Caixanova, repiten la jugada en Reyal Urbis. Es una salida razonable cuando tu participación en los préstamos no es la más relevante y nadie te exige que lideres los procesos de refinanciación.
Al resto, a los grandes, les toca seguir remando... muy a su pesar.
Fuente:www.lainformacion.com
El proceso de desmembración del sector inmobiliario español sigue su curso. Pocos días después de que nuestros bancos y cajas de ahorros nos hayan enseñado el valor de sus multimillonarias miserias en forma de ladrillo, ahora es el turno de las empresas en proceso de refinanciación de la deuda. Para las dos partes, es el momento de canjear deuda casi por lo que sea.
Para los acreedores vale todo menos llevar al balance y a la cuenta de resultados el impacto de un concurso de acreedores. En juego está su cotización en bolsa y las previsiones de ingresos y beneficios para 2010, ya de por sí bastante cuestionadas tras las brutales provisiones que han tenido que realizar para cubrirse de lo que está por llegar –lo peor, no lo duden- en el mercado inmobiliario español.
El proceso de renegociación de la deuda de nuestras inmobiliarias en apuros demuestra que el personal –bancos, cajas y promotores- ya está convencido de que lo que no puede ser no puede ser y además es imposible. Es decir, que los promotores no van a pagar ni una mínima parte de su deuda, como reconoció la Asociación Hipotecaria Española (AHE) hace poco más de dos semanas, y que sólo si todas las partes están dispuestas a compartir los daños y perjuicios se puede sacar del coma a lo más granado del sector.
Esta misma semana, Colonial y Reyal Urbis han empezado a desbloquear sus procesos de refinanciación. La primera, la menos grave, siempre dentro de un cuadro clínico que amenaza con el colapso, no ha tenido más remedio que aplicar la cirugía a sus miembros más enfermos y recluirlos en una nueva empresa. Es decir, lo que en finanzas llamaríamos un “banco malo” donde van los activos sin valor o ilíquidos, quién sabe por cuánto tiempo. Mientras, los acreedores se “comen” otros 1.700 millones de deuda que será convertida en acciones. Y, por supuesto, nada de cobrar intereses en los próximos 50 meses.
Lo de Reyal Urbis es más complicado. Con la venta de activos a cuatro entidades –Sabadell, Bancaja, Caixa Galicia y Caixanova- por el equivalente a algo más de un 8% de la deuda del grupo, se desbloquean unas negociaciones durísimas para la renegociación de la deuda.
Por lo visto, el mensaje del presidente de BBVA –precisamente el acreedor más exigente de está inmobiliaria- reclamando un acuerdo entre todas la partes para ajustar los precios de mercado en el sector y evitar males mayores ha surtido efecto. No les quepa duda de que al jefe de Reyal, Rafael Santamaría, le habrán obligado a vender con unos descuentos más que relevantes. Esos a los que hasta ahora siempre se había negado. Pero lo tiempos de las patadas hacia delante han terminado.
No cabe ya la indulgencia cuando un sólo error más puede llevar a las compañías a la desaparición. Quien puede está cambiando los cromos y quitándose de en medio a costa de engordar su parque de activos inmobiliarios. Para eso son las provisiones de 2009 y las que están por venir.
Muy llamativa es la jugada de Banco Sabadell y Caixa Galicia. Hace ahora un año se quedaron con activos de Renta Corporación y dejaron de ser acreedores del grupo catalán. Ahora, junto a Bancaja y Caixanova, repiten la jugada en Reyal Urbis. Es una salida razonable cuando tu participación en los préstamos no es la más relevante y nadie te exige que lideres los procesos de refinanciación.
Al resto, a los grandes, les toca seguir remando... muy a su pesar.
Fuente:www.lainformacion.com