Dentro del sector de la promoción inmobiliaria, en un mercado reducido y con una competencia cada vez más dura, el desarrollo de un diseño arquitectónico de calidad es siempre una buena herramienta de ventas y, sobre todo, un valor añadido para un cliente cada vez más exigente. Sin embargo, la arquitectura residencial es una tipología edificatoria que no se presta a excesos de expresividad artística en el diseño, precisamente, por la extraordinaria complejidad de normativas técnicas y urbanísticas, y por el riguroso control de costes y plazos de los que depende el margen económico del negocio inmobiliario.
En época de crisis, la emotividad que pueda provocar el diseño arquitectónico es un atributo que algunos consideran superfluo. Ahora, aprovechando el ciclo alcista, debemos cambiar la perspectiva de que la arquitectura de calidad es un valor añadido o un lujo en tiempos de prosperidad para entenderlo como un reflejo de nuestra sociedad y nuestros valores.
Ya pasaron aquellos tiempos en los que, producto de la urgencia y de la demanda especuladora, se producía de forma generalizada una arquitectura excesivamente homogénea, mediocre, burda y aburrida. Una arquitectura sin alma que transformaba las ciudades en paisajes urbanos impersonales y monótonos.
La estética de fachadas y volúmenes nunca debe ser el leitmotiv de la promoción, ya que un exceso en el diseño formal de los edificios, el denominado fachadismo, produce una arquitectura autista de edificios singulares e icónicos, ajenos a todo lo que no sea su propia autocomplacencia narcisista. Tenemos que huir de esa arquitectura del espectáculo que ignora las cualidades específicas del carácter de la ciudad donde se sitúa y acapara todo el protagonismo a costa de sacrificar la unidad ambiental del conjunto. Este tipo de edificaciones se convierten en elementos ajenos que suelen generar un claro rechazo por parte de la ciudadanía.
Atendiendo a esta reflexión crítica pero constructiva, la arquitectura de marca Aedas Homes queda definida en el desarrollo de proyectos arquitectónicos orientados a la persecución de edificaciones de calidad que respondan a las demandas y necesidades de los futuros usuarios. Una arquitectura pensada desde y para la sociedad, siempre comprometida con el entorno que la rodea y entendida como una respuesta sencilla, equilibrada, contemporánea, atemporal y que fija su atención en el gusto por el detalle, evitando siempre los gestos grandilocuentes. En definitiva, un trabajo serio y eficaz para recuperar el aprecio y confianza de la sociedad con una arquitectura bella, respetuosa, rentable y eficiente.
Reflejo de la sociedad
Un concepto claro debe dirigir la función y el valor estético de cualquier diseño, sin caer en caprichos formales: el diseño eficiente y original debe ser guiado no solo por un carácter formal, sino por un contexto natural, social y económico. Los buenos edificios residenciales no necesitan grandes gestos formales; el rigor, el orden y el equilibrio bastarán para que las soluciones generen una arquitectura de calidad.
El análisis crítico del entorno y de las necesidades y los deseos de los clientes conduce a una arquitectura innovadora y avanzada, una arquitectura de su tiempo y lugar, de diseño contemporáneo y atemporal. Es decir, una arquitectura como reflejo de la identidad de la sociedad en la que vivimos.
La realidad económica, cultural, geográfica y topográfica convierte cada proyecto en un producto único e irrepetible en el que poner toda la energía para conseguir el mejor resultado posible en la consecución de una arquitectura de calidad que sea apreciada por la gente.
Me refiero a una arquitectura pensada con profesionalidad y cariño, mezcla de razón y de emoción, y ejecutada para perdurar, manteniéndose en el tiempo como si estuviera recién terminada, impecable, con materiales de primera calidad y con el estricto cumplimiento de los más altos estándares de calidad constructiva.
Una arquitectura responsable con el hábitat natural y eficaz, que debe poder medirse en términos de rentabilidad económica, con un lenguaje formal sereno y sencillo, pero profundamente sensible que responda de forma eficiente, pertinente y adecuada a las necesidades de la sociedad.
Esta apuesta por la arquitectura de calidad es, por un lado, un compromiso social, capaz de proponer nuevas formas de vida junto con el cumplimiento de las más estrictas exigencias medioambientales; y por otro, un compromiso con la ciudad, ya que se está contribuyendo con buenos edificios, siempre integrados en su entorno urbano, creando espacios urbanos reconocibles por los ciudadanos. Porque las ciudades más bellas y humanas disponen siempre de la mejor arquitectura.
*José María González Romojaro, es director técnico de Aedas Homes
Fuente: http://www.elmundo.es/