Los bancos están aprovechando el particular 'tirón' que tiene el sector inmobiliario con un importante incremento en la comercialización de nuevas hipotecas. Sin embargo, la carga que soportan -derivada de los años del 'boom' económico y la posterior crisis-, es tan elevada que el volumen de créditos en vigor que tienen los seis grandes bancos ha vuelto a reducirse en el primer trimestre. Lo ha hecho un 0,9% con respecto al mismo periodo de 2017 hasta los 396.000 millones de euros. Esa es la deuda hipotecaria que mantienen sus clientes para financiar las compras de viviendas que realizan ahora, o las que hicieron hace años y siguen pagando.
El drenaje tiene una explicación clara: las amortizaciones que realizan las familias para desprenderse de la deuda superan a las cuantías que se conceden en las nuevas operaciones. Y ello a pesar de que el crecimiento de la venta de hipotecas se sitúa en algunas firmas en tasas de hasta el 30% interanual. Aun así, no cubren el dinero que destinan otros clientes para quitarse el lastre crediticio. Las caídas con respecto al último trimestre de 2017 van desde el -1,3% de Bankia, donde tienen 75.800 millones en hipotecas vivas -incorporadas ya las de BMN-, hasta el -0,5% del Sabadell -con 52.000-, pasando por el -1,1% del Santander -68.000-, el -1% de BBVA -76.600-, el -0,7% de CaixaBank -93.500- o el leve incremento interanual del 0,8% de Bankinter -30.399 millones- entre particulares y empresas.
A tenor de lo que ya han apuntado los ejecutivos de la banca tras presentar sus cuentas trimestrales, este 2018 será otro año en el que el negocio hipotecario siga sin crecer. Mejorarán las ventas de hipotecas, sí, pero el desapalancamiento será superior. Y no será porque los bancos no estén echando el resto en sus políticas. El interés medio de las nuevas hipotecas fue del 2,6% en febrero, un 14% menor que el de un año antes, según el INE, lo que demuestra que las entidades siguen bajando los precios en lo que el consejero delegado de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, considera unas condiciones más «agresivas» que antes.
Los directivos de la banca esperan a que cambie la política del Banco Central Europeo (BCE), con los tipos anclados en el 0% desde hace ya cuatro años, y el euríbor ahogado en tasas negativas del 0,19%, como en abril. Pero el presidente del BCE, Mario Draghi, no ha dado muestras de que el organismo vaya a incrementar el precio del dinero, como mínimo hasta mediados de 2019, y será lentamente.
A la vista de que no habrá cambios a corto plazo, las entidades intentan convencer a los clientes de la oportunidad que tienen con las hipotecas a tipo fijo, con el argumento de que, tarde o temprano, los intereses subirán. A cambio, se comprometen a pagar ya tipos que, de media, se encuentran en el 3,2%, de media. «Yo se lo recomendaría a un amigo», insistió el consejero delegado de Bankia, José Sevilla, la semana pasada. «Yo no me la jugaría», afirmaba Gonzalo Gortázar.
El riesgo de superar el 80%
Lo que todos los bancos rechazan es una vuelta a las políticas de concesión de hipotecas más arriesgadas, aquellas que aprueban operaciones cuyo capital se encuentra por encima del 80% del valor de tasación del inmueble, una práctica más que extendida en los años de la burbuja. Aunque cada banco presenta sus matices. Para el consejero delegado de BBVA, Carlos Torres Vila, su capacidad para medir sus propios riesgos les permite tener «unas ofertas muy atractivas» con las que atiende «al perfil de cada cliente».
No lo ven igual en Santander, cuyo consejero delegado, José Luis Álvarez, ha dejado claro que el banco no está por la labor de que «crezca el balance a cualquier precio si esto daña la rentabilidad». En ese mismo sentido se ha expresado la CEO de Bankinter, María Dolores Dancausa, quien ha apuntado que no bajarán «el listón de riesgo» y quieren contratar hipotecas «con gente que nos devuelva el dinero».
De hecho, el Banco de España ya ha advertido en su último informe sobre el sector hipotecario acerca de la relajación de las condiciones a la hora de aprobar operaciones de crédito que están poniendo en prácticas las entidades, para evitar males futuros en el sector financiero.