La fiebre inversora en la vivienda reaviva los temores a una burbuja


El mantenimiento de los bajos tipos de interés y la recuperación del sector inmobiliario en España han disfrazado al ladrillo de activo financiero. La vivienda cerró 2017 con una rentabilidad del 11,4%, gracias tanto a la subida de precios (7,2%) como a la rentabilidad bruta del alquiler (4,2%), según las cifras publicadas por el Banco de España. Rendimientos muy superiores al ofrecido no solo por bonos y depósitos, sino también por el Ibex 35.

Lo cierto es que los precios de la vivienda han alcanzado ya crecimientos similares a los registrados en la etapa precrisis y parecen no tocar techo. Un factor que obliga a muchos españoles a acudir al alquiler, que registra un incremento de la demanda y, en consecuencia, de las rentas del arrendamiento. Se trata de unos repuntes que no han pasado inadvertidos para un buen número de inversores institucionales, que buscan rendimientos en un mercado condicionado por el sostenimiento del programa de estímulos monetarios puesto en marcha por el BCE.

Los expertos llevan varios meses destacando que es precisamente la presencia de estos inversores lo que está impulsando gran parte del alza de los precios de las casas en ciudades como Madrid y Barcelona. No hay que olvidar el auge que han tenido en España vehículos de inversión como las socimi en los últimos años, a lo que se une el creciente interés de distintos fondos en plataformas turísticas, que en nuestro país ofrecen más habitaciones que los hoteles.

 
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