Íñigo Ortiz: “Se construirán 10 millones de edificios en el mundo en 30 años”


Es testigo de cómo ha ido cambiando el oficio de arquitecto, sobre todo a raíz de la irrupción de las nuevas tecnologías. Íñigo Ortiz (Madrid, 1960) dirige desde 1984 su propio estudio, Ortiz León Arquitectos, cuya especialidad es la sostenibilidad, siendo el primer estudio de España en conseguir la certificación LEED para uno de sus edificios: la Torre Iberdrola de Bilbao. Cuentan con despacho en Shanghái y ahora abren oficina en Miami, la conexión con el mundo hispanoparlante. Recuerda cómo era el trabajo entonces, dibujando a mano con una poderosa herramienta, el rotring... Pero aquella, no tan lejana, era otra época.

¿Muy diferente a la actual?

Hemos pasado del 2D a trabajar con 3D. Todavía no trabajamos el diseño generativo, pero es lo que viene. Se trata de que la inteligencia artificial, a través de robots, puede generar, con toda la información de la que se disponga, una cantidad de diseños que una sola persona no puede hacer. Puede producir infinidad de permutaciones. Una máquina recoge de la nube toda la información necesaria para un diseño mucho más racional y eficaz. Después, es el ser humano quien elige una de las opciones, pero existirá una segunda fase en la que el que decida sea la máquina. Para un estudio de arquitectura es un cambio importante, porque toda la información, todo lo que se aprende o el pensamiento que se tiene se acumulará en la nube, de manera que esté disponible siempre. Si el robot conoce tendencias y gustos, tomará la decisión acertada.

Es un trabajo en equipo entre robots y humanos.

Es el proceso cobot, robots creados para interactuar con personas, un proceso colaborativo necesario para llegar donde la mente humana no podría llegar. Una máquina analiza miles de alternativas que al humano no se le habrían ocurrido. Todo está cambiando, pero no solo en la arquitectura. Antes, el departamento de I+D era fijo, se innovaba para los próximos cinco años. Ahora la innovación se busca fuera de la empresa, y los directivos están involucrados.

¿Los arquitectos miran hacia ese futuro?

Pocos estudios trabajan en 3D todavía, todos lo hacen en 2D. En cambio, toda la automoción ya se hace en tres dimensiones. Antes, eso no se podía hacer en arquitectura, ya que era caro y complejo, pero con las nuevas tecnologías se puede diseñar de forma más sencilla y hacer proyectos en 3D.

¿Qué supone el acceso a la tecnología?

Mentalmente, tener una visión espacial potente, saber usar herramientas y programas es la clave del futuro. Los arquitectos que no trabajen en 3D desaparecerán, no podrán estar en el mercado. Es increíble cómo una tecnología puede cambiar una profesión. Puede haber problemas con la nube de información, es una niebla que puede que no te deje ver. Tienes tanta información que no avanzas con el diseño. Hay que priorizar, y ahí es donde el big data puede ayudar mucho. El que no trabaje así, no va a sobrevivir.

¿Qué otras tendencias vislumbra?

Antes, tomábamos decisiones sin tener en cuenta una serie de factores. Ahora, con la simulación virtual, construyes una casa y puedes experimentar con ella, puedes ver cómo soporta un huracán o un incendio. Es como con los coches o los aviones, con los que se experimenta antes de diseñarlos. El futuro pasa por la virtualidad de las cosas. Se crea un escenario real y la simulación para cómo se va a comportar, cómo se va a estropear. Esto nos llevará a tener que explicar por qué se hacen las cosas de una determinada manera. Las energías renovables, la reciclabilidad del vidrio, la objetivación el diseño, todo eso limitará las decisiones del arquitecto. El artista estará más limitado, y eso nos llevará a una nueva forma de trabajar.

Todo esto significará un diseño más ético.

En un futuro habrá que justificar la energía no renovable que se utiliza en la construcción de un edificio. Estamos hablando de responsabilidad corporativa. Los edificios, al igual que los coches, se tienen que reciclar, de manera que cuando se acabe su vida útil se puedan reutilizar todas sus piezas. No se darán licencias de construcción si no hay otra licencia de construcción por parte de futuras generaciones. Estamos generando basura para las nuevas generaciones.

También hay una revolución en cuanto a los nuevos espacios de trabajo.

No sabemos dónde vamos, están de moda los espacios colaborativos, que no haya puestos de trabajo fijos, pero están surgiendo problemas, y esta tendencia se tiene que objetivar. Es como si se trasladara a todo el personal a trabajar a un aeropuerto, a trabajar en diferentes ambientes. No hay datos concluyentes de que el rendimiento sea superior a la forma de trabajar tradicional. Es un tema de salud también, cada persona tiene que tener su silla ergonómica, su pantalla del ordenador situada a una distancia. Existe mucha incertidumbre sobre las consecuencias de trabajar en espacios colaborativos.

¿Qué pedirán las nuevas generaciones a una vivienda?

El coliving. Vuelve el concepto de colegios mayores, como los hoteles con hielera. La gente no tiene dinero para comprar viviendas grandes, por lo que invertirán en el espacio que necesitan para vivir y se compartirán servicios. Los jóvenes van a vivir y a trabajar mirando el medio plazo. La biofilia también es una tendencia, ya que el ser humano se siente cómodo en plena naturaleza, que de manera inconsciente mejora su vida. Se van a construir 10 millones de edificios en el mundo en los próximos 30 años y debería haber criterios globales que garantizasen unos mínimos de sostenibilidad. Hay que ser largoplacista y ver el uso que se le va a dar al edificio en el futuro. España también necesita 10 millones de habitantes, tenemos poca población.

 
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