El 'crowdfunding', ahora también inmobiliario


El crowdfunding, poco a poco, gana espacio en nuestro país como una alternativa de financiación al margen de las tradicionales. En el año 2016, esta fórmula de financiación en la que participan pequeños inversores recaudó 113 millones de euros, según datos del informe anual elaborado por Universo Crowdfunding, plataforma online especializada en este ámbito.

El sector inmobiliario no es ajeno a las ventajas de esta fórmula que permite conseguir capital, de una manera ágil y sencilla, para impulsar proyectos urbanísticos.

Según la razón por la que se realice la financiación, existen distintos tipos de crowdfunding: para donaciones, recompensas, inversión y préstamos. El estudio de la plataforma revela que los dos últimos representan el 85% de toda la recaudación conseguida por esta vía en España. La rentabilidad, la rapidez y la posibilidad de entrada a inversores alternativos, configuran las principales razones que colocan al crowdfunding ligado a la inversión y al préstamo como las opciones mayoritarias.

El crowdfunding inmobiliario se sitúa dentro de ese 85%. En 2016 se realizaron las primeras operaciones de este tipo en España. En ese ejercicio, la financiación participativa en este sector recaudó 19,1 millones de euros, cifra que representa el 17% del total.
Al alza

Este tipo de financiación ha ido adquiriendo relevancia al igual que los negocios nacidos en internet. Si se realiza una búsqueda en Google sobre crowdfunding inmobiliario se obtienen ya casi 300.000 resultados en 0,37 segundos.

Según el informe de Universo Crowdfunding, las dos mayores plataformas que operan en el inmobiliario recabaron más de 18,5 millones de euros en 2016 para distintos proyectos.

La principal es Housers, fundada en 2016 por dos socios: Álvaro Luna y Tono Brusola. Luna desglosa algunos de los datos obtenidos en esta breve trayectoria. "Desde el inicio de nuestra actividad hasta ahora hemos conseguido 80.000 usuarios, pequeños y grandes inversores, que han posibilitado la financiación de 200 inmuebles en España y otros países, como Portugal e Italia". Dentro del perfil de sus usuarios, Luna destaca que corresponde al de "una persona en torno a 40 años de edad, con estudios superiores, acostumbrada a invertir en otros productos financieros y que conoce bien este modelo de financiación".

La cantidad mínima de dinero para poder invertir en uno de los desarrollos que impulsa Housers es 50 euros. "Tenemos varias posibilidades para que el interesado elija cuánto quiere arriesgar y qué rentabilidad quiere obtener", explica el fundador.

"Distinguimos tres tipos de proyectos: dos con un menor nivel de riesgo para el inversor y, por tanto, una rentabilidad menor. El tercer tipo tiene un riesgo mayor, pero el inversor recibe una rentabilidad durante un periodo de tiempo determinado, en función de los intereses pactados", añade Luna.

Por tanto, no hay un tipo de inmueble estándar, sino que hay varias opciones según el perfil, la cantidad que desee aportar y las ganancias que quiera obtener. Por ejemplo, uno de los desarrollos que actualmente tiene Housers en su plataforma es un complejo de cuatro villas de lujo en Marbella, para el que se necesitan 750.000 euros. Ya se ha conseguido más del 50% de esta cantidad y los partícipes obtienen una rentabilidad del 8,50% anual.

Este emprendedor recuerda que el objetivo logrado por el crowdfunding ligado al inmobiliario varía, por la doble actuación, por parte del promotor y del inversor. "En cuanto al primero, la principal idea es lograr financiación, más allá de la bancaria y de los recursos propios", explica. "El inversor, por su parte, financia proyectos, a cambio de obtener una remuneración", señala Luna.

"De esta manera, al segundo le permite familiarizarse y entrar en el mercado inmobiliario, al que no había podido acceder porque no estaba a su alcance, ya que tenía que invertir grandes cantidades de dinero. Ahora, esa imposibilidad ya no existe, el pequeño inversor también tiene oportunidades en este mercado en el que ha entrado", puntualiza.

Otra de las plataforma de referencia es Inveslar. También desembarcó en este mercado en 2016. Su fundador y consejero delegado, Carles Serradell, explica que "son ya casi 560 clientes los que han conseguido que haya 14 proyectos financiados. Algunos han necesitado unos pocos días para obtener el capital y otros hasta 100".

Llança (Costa Brava ) y Sant Cugat del Vallès (Barcelona) son algunas localizaciones donde Inveslar ha conseguido levantar proyectos gracias a esta vía de financiación.

Serradell declara que "cualquier persona con unos mínimos ahorros puede acceder a crowdfunding, desde 100 euros". El directivo explica que "el perfil destacado es el de un profesional como un arquitecto, abogado o un pequeño empresario".

La mayoría de los mercados inmobiliarios donde se levantan proyectos soportados por crowdfunding están ubicados en grandes capitales.

Las zonas costeras también configuran un nicho importante para el sector. Así lo afirma Serradell: "Las áreas de playa, como la Costa del Sol han dado buenos resultados, incluso mejor que algunas ciudades, porque se obtiene más rentabilidad. En ellas hemos encontrado un público extranjero que considera que las ciudades tienen una rentabilidad menor, aunque sean más líquidas".
Ventajas

Democratizar la inversión inmobiliaria y obtener liquidez son los dos pilares que Serradell destaca del crowdfunding inmobiliario. El CEO de la firma explica que "el cliente puede financiar proyectos próximos a donde reside y así hacer un seguimiento de ellos".

Sobre el futuro de este modelo de financiación participativa, Luna y Serradell coinciden en que no será nunca un sustituto del bancario. "Es muy difícil que éste sea reemplazada. El crowdfunding es un complemento al que se puede acudir antes o después del crédito bancario. No hay competencia entre uno y otro. Intentar sustituir a los bancos no es nuestro objetivo", explica el fundador de Housers.

El CEO de Inveslar afirmaque «la financiación participativa es similar a la Bolsa. No es una inversión tan líquida como la bursátil, pero tiene la ventaja de que es tangible».

 
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