La corriente de inversión que atrae el mercado inmobiliario español recuerda a un tanque blindado que avanza aparentemente inmune a los proyectiles. Ni siquiera la tormenta del procés catalán con sus interrogantes y sobresaltos ha conseguido que se tambalee el resultado de un 2017 que ha registrado un récord histórico de inversión en el sector. La cifra ha aumentado un 45%, especialmente en las áreas de retail, hoteles, logísticas y residencial, hasta superar incluso los datos de adquisiciones de la pasada década, aquella alegre y desmesurada edad de oro que finalizó con el derrumbe y hundimiento del sector. Un total de unos 14.000 millones de euros ha movido el mercado en 2017, que se explican por una combinación de factores diversos, que incluyen desde la entrada de capital en nichos todavía no saturados –como el residencial o las inversiones alternativas– hasta el grifo de dinero barato que sigue abierto en Europa y que ha encontrado en la recuperación del inmobiliario español un alto potencial y una rentabilidad atractiva, especialmente para fondos y socimis.
Compañías como Neinor, Vía Célere o Metrovacesa han protagonizado operaciones de calado en suelo durante 2017 y han alimentado un mercado que se especializa y se profesionaliza día a día. Salvo una cierta ralentización en el área de oficinas, cuyo cifra de cierre de año ha caído un 20% tras unos años previos de compras millonarias, el mercado ha funcionado en 2017 como un verdadero imán de capital. Gran parte del incremento se ha concentrado en el retail, con un alza del 31%, mientras que áreas como la hotelera han experimentado un considerable repunte.
Todo apunta a que el panorama para 2018 seguirá siendo halagüeño, aunque los expertos en el sector señalan un cambio de tendencia: tras las adquisiciones llevadas a cabo por las grandes socimis, en el año que empieza comenzarán las ventas de unos inmuebles revalorizados y de mayor calidad que buscarán comprador en las grandes empresas. También la cascada de próximas salidas a Bolsa de compañías del sector constituye una señal inequívoca de musculatura para un mercado que tiene como reto principal aunar el crecimiento con la sostenibilidad.