La escalada del desafío independentista catalán ha alcanzado un punto crítico. Aunque las aguas volviesen de alguna manera a su cauce, su envite ya ha provocado una honda fractura política, social y económica. El hecho de que numerosas empresas estén cambiado su domicilio social y fiscal, unido a la inseguridad subyacente, devendrá en un significativo impacto inmobiliario. Con diferentes grados.
En menor medida afectará al mercado residencial pero, el perjuicio en el sector terciario, como son centros comerciales, oficinas, activos logísticos e industriales será mayor. Porque, no lo dudemos, como pasó con el fenómeno independentista de Quebec y salvando las distancias, el daño ya está hecho.
La estrategia calculada del conflicto liderado por Puigdemont y su interés en victimizar internacionalmente a un pueblo, se vuelve en su contra. Invertir en Cataluña suma riesgo. En este momento nos movemos en la difícil línea que marca el artículo 155. El conflicto está lejos de solucionarse y el impacto económico y por ende inmobiliario irá a más.
Según algunas fuentes se estima que en los últimos días las compraventas de viviendas han caído entre un 40% y un 50 %. La ciudad de Barcelona tiene una clara pujanza en lo inmobiliario y los efectos negativos de esta crisis serán más reducidos, por lo menos en el corto plazo.
Sin embargo la vivienda de lujo, donde invierten un gran porcentaje de extranjeros, verá descender sus precios y demandas. Mercados más seguros como el de Madrid serán la principal opción.
La gran mayoría de municipios quedarían profundamente afectados por la espiral de caída económica que se generaría. Mercados inmobiliarios incipientes esperarán ante la incertidumbre. Cataluña perderá población fruto de la crisis y la caída de su economía.
La Asociación Española de Empresas de Consultoría Inmobiliaria (ACI) considera que la situación política de Cataluña es "grave", lo que afecta al mercado inmobiliario y genera temor. Somos la comidilla en las ferias inmobiliarias internacionales. Activos como oficinas, espacios comerciales y logísticos se miran con recelo pues, como he dicho, el daño ya está hecho. Quien invierta lo hará con un descuento importante o preferiblemente acudirá a otras ubicaciones españolas o, incluso, a otro país.
El urbanismo de Barcelona es claramente más flexible y avanzado que el de Madrid. Ha propiciado ámbitos de recuperación tan singulares como el Distrito 22@ con un dinámico mercado de oficinas.Todo el mundo lo ubica a propósito del singular edificio conocido como Torre Agbar. Sirva como muestra el 22@ del daño que hace el independentismo. Dicha Torre, se presentaba como candidata a alojar la sede de la Agencia Europea del Medicamento (EMA). Actualmente, debido al conflicto, es más que dudoso que está organización elija a Barcelona. La EMA cuenta con prácticamente 1.000 funcionarios, genera una extraordinaria actividad, y en torno a ella funcionan 1.600 empresas que se trasladarían desde Londres -ubicación actual- al destino elegido. Especialmente las empresas tecnológicas, médicas, startups, que habitan en el Distrito 22@ no tendrían cabida sin el amparo de la Unión Europea y un marco jurídico adecuado.
Otro efecto nocivo del separatismo es el impacto en el mercado logístico e industrial. Después del cambio de sedes sociales y fiscales, se mudarán o no llegarán a instalarse fábricas y su correspondiente logística. Las grandes compañías optarán por reducir su exposición en Cataluña en favor de otras comunidades autónomas. El riesgo independentista latente impedirá la implantación de numerosas industrias. Todo esto conllevará un descenso de población y precio de la vivienda.
Colonial ha decidido recientemente trasladar su sede social a Madrid por unanimidad. Renta Corporación lo está estudiando. Las numerosas salidas a Bolsa de inmobiliarias que se prevén en los próximos meses pueden verse afectadas.
Veremos por donde caminan los políticos y la sociedad. El cómo evolucione el conflicto determinará el grado de pobreza generada.
Fuente: http://www.elmundo.es/