Del delirio de la burbuja inmobiliaria a la cruda realidad: una radiografía del sector en España

En 2016 y en lo que va de año estamos viendo incrementos significativos en el precio de la vivienda y fuertes crecimientos en ventas, hipotecas y visados de obra nueva. Pero bajando al detalle, lo que se puede constatar es que todavía el ladrillo está muy lejos de un repunte sostenido. Regresar a las cifras del esplendor de la burbuja inmobiliaria no sería sano, pero aun así el sector quedará lejos de esos niveles cuando la recuperación regrese por completo.

En los tres últimos años la construcción de nuevas viviendas está creciendo con fuerza. En 2016 se edificó un 19% más que en el ejercicio precedente, hasta las 55.268 unidades, según las cifras publicadas por el Consejo Superior de Colegios de Arquitectos. Pero comparando las cifras con los datos de 2006, en pleno de boom inmobiliario, se observa lo insignificante que es el dato. Aquel año se construyeron casi un millón de viviendas.

El ritmo de construcción de vivienda residencial llevó a que el sector se convirtiera en el motor de la economía. Hasta el pinchazo de la burbuja inmobiliaria aportaba más del 10% del PIB, con tasas de crecimiento del 4%. A cierre de 2016 la contribución se ha reducido al 5%. Para explicar esta locura y dependencia por el ladrillo hay que remontarse a finales de los noventa con la liberación del suelo. Los bajos costes de construcción y financiación hicieron el resto para inflar el precio de la vivienda.

Nunca antes España contó con más de 20 millones de ocupados como en los años 2007 y 2008. La necesidad de fuerza laboral hizo que muchos puestos de trabajo se tuvieran que cubrir con mano de obra extranjera. Pero llegó el pinchazo y el descalabro de la economía, que se cebó con el empleo. Durante el periodo 2007-2014 España perdió una media del 2,5% del empleo cada año. Pues bien: durante este periodo, el 58% del empleo destruido tuvo lugar en el ladrillo. En los últimos tres años el sector ha recuperado el millón de trabajadores.

Desde 2007 a 2015 se han perdido en torno a 1,4 millones de empleos en este sector, incluyendo los correspondientes a la industria auxiliar, así como unas 250.000 empresas, más del 30% de las que había en ese año.


El delirio constructor y la reducción del crédito dejaron en el mercado en 2009 casi 650.000 viviendas sin vender. El último dato disponible del Ministerio de Fomento de 2015 cifra el stock en más de 500.000 unidades. Tinsa rebaja la cifra a cierre de 2016 en 340.000.




Pero lo cierto es que según las cifras oficiales la reactivación del mercado inmobiliario se está dando principalmente en el mercado de segunda mano. Un dato significativo, que indica que la recuperación del sector es incipiente, es que existe una oferta potencial para ser construida de 1.565.000 viviendas en suelo urbanizable, según Tinsa. A los ritmos actuales de construcción se tardaría 28 años en terminar su edificación.

 
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