Hora de adaptar el código técnico a la sostenibilidad


En 2016 cumplió su décimo aniversario el Código Técnico de la Edificación (CTE), un conjunto de normativas en constante actualización y modernización que supuso un antes y un después en la manera de construir en España.

A partir de la aprobación de este documento se plantearon cuestiones que antes no estaban en el debate. "Se empezó a hablar de sostenibilidad, de eficiencia energética y, aunque el desarrollo ha sido lento y hemos tenido una fuerte crisis económica de por medio, el CTE ha sentado las bases para un cambio de modelo en el sector de la construcción que ahora alcanza otro hito con los edificios de consumo de energía casi nulo", señala Inés Leal, arquitecta y directora del Congreso de Edificios de Energía Casi Nula. También, por primera vez, en 2006, se obligó a la implantación de energías renovables como la solar térmica en los nuevos edificios.

Transcurridos 10 años, ha llegado el momento, demandan los expertos, de realizar una revisión general del CTE a fin de mejorar aquellos aspectos que en su aplicación han resultado inadecuados.
Falta de transversalidad

Para Jordi Ludevid, presidente del Consejo Superior de Colegios de Arquitectos de España (CSCAE), "la falta de transversalidad en este Código ha sido una de las reclamaciones más habituales de los arquitectos, que en la redacción de los proyectos se enfrentan a situaciones contradictorias a la hora de cumplir las exigencias de cada documento". Entre los Documentos Básicos, destacan el de Ahorro de la Energía, el de Protección frente al ruido y el de Salubridad.

Según los arquitectos, los casos que entran en una mayor confrontación se encuentran en los documentos de Calidad del aire interior y de Protección contra la humedad, ambos referidos a la salubridad, ya que su aplicación se enfrenta en muchos casos al cumplimiento de otros requisitos.

"Prueba de esta realidad es que la normativa obliga a tener un tipo de sistemas para mejorar la calidad del aire interior de las viviendas que no casa bien con la hermeticidad y la protección contra el ruido", ilustra Eloy Algorry, secretario del CSCAE. Este experto también demanda una mayor seguridad jurídica para los arquitectos: "El CTE se realizó de una manera no unitaria, por equipos de especialistas independientes y uno de los exámenes críticos de la profesión es que no hubo una coordinación».

Otros documentos del CTE deben ser redefinidos por las exigencias derivadas de las directivas europeas, como es el Documento Básico de Ahorro de Energía. En este sentido, la Directiva 2010/31/UE establece que «los requisitos mínimos de eficiencia energética se revisarán periódicamente a intervalos no superiores a cinco años".

"La primera revisión de este Documento, de septiembre de 2013 supuso ya un cambio importante respecto a la versión de 2006 en cuanto que introdujo nuevos indicadores que limitaban la demanda y el consumo de los edificios en función de su uso, su superficie y la ubicación", recuerda Ludevid.

En este momento, el Ministerio de Fomento está trabajando para tener una nueva actualización reglamentaria, en la que se fijen los nuevos indicadores que marcarán la eficiencia energética de los edificios nuevos, incluyendo la definición de consumo de energía casi nulo. Y es que, "el proceso de revisión de este Documento Básico deberá estar listo antes de 2018, fecha a partir de la cual los edificios de nueva construcción de iniciativa pública tendrán que tener un consumo de energía casi nulo", sostiene Javier Serra, uno de los redactores del CTE de 2006. A finales de 2020, también será obligatorio para los edificios privados.

Con todo, argumentan desde Fomento, la realidad tiene que superar a la normativa: "Los agentes y el mercado deben entender que la eficiencia energética es algo intrínseco a la edificación y no depende de unos mínimos normativos, sino de una filosofía de proyecto".

 
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