Martínez: “Gestionamos el 3,6% del PIB y casi nadie nos conoce”


La vida de Manuela Julia Martínez (Madrid, 1968) ha estado siempre ligada, de alguna forma, al Colegio de Administradores de Fincas de Madrid, organismo que preside desde febrero de 2015, siendo la primera mujer en sentarse en ese sillón. Nació en el año en el que se fundaba el colegio y, casualmente, fue bautizada en la parroquia de La Milagrosa, justo en frente de la sede en la que trabaja. Aunque si estas casualidades no se hubiesen dado, Martínez muy posiblemente también habría acabado donde hoy está: “Yo estudiaba Derecho, pero empecé a colaborar con mi padre, que era administrador de fincas y necesitaba ayuda. En tercero de carrera me presenté a exámenes de acceso al título y aprobé la oposición. Ahí empecé con esto”, explica.

Además de ser la primera fémina en el cargo, otra primicia acompaña a su mandato: es la primera vez en la historia del colegio en la que se ha renovado la junta directiva, formada por 17 perfiles, al completo, “y no todos iban conmigo en la candidatura”, prosigue. Así que construir equipo, acercar posturas y conciliar y espantar cualquier posible conflicto interno es uno de los principales cometidos de la presidenta.

Otro de ellos, el principal, es posicionar al colegio frente a la sociedad. “Somos el organismo que facilita la formación a los profesionales, pero también somos el intermediario entre el estamento político, la aplicación de las reglas y el consumidor final”, continúa. Por eso, uno de los aspectos que más llamó la atención de Martínez cuando llegó al cargo fue, precisamente, el desconocimiento que la sociedad tiene de su profesión. Ese es el principal reto de su gobierno: “El reconocimiento. La gente piensa que estamos para presentar las cuentas y convocar juntas ordinarias, pero detrás de eso hay mucho trabajo que no ven. Por eso luchamos por conseguir esa reputación”.

No obstante, aunque fuese por mero interés, la profesión debería tener más valor a ojos de la sociedad: “Al fin y al cabo, entre todos los colegios de administradores de España, entre unas cosas y otras, gestionamos el 3,6% del PIB del país”. Por eso, desde la institución intentan dar valor a su trabajo, por ejemplo, “con acuerdos con firmas bancarias, para que la reclamación de recibos morosos no suponga ningún coste a las comunidades”.

Otra de las tareas es intentar cambiar la imagen que sobrevuela por el imaginario colectivo acerca del administrador de fincas: “Se le suele ver como un señor mayor, arisco, vestido de negro y encerrado en su despacho. Nosotros queremos abrirnos y que la sociedad nos conozca”.

Una de las medidas adoptadas por Martínez ha sido, por ejemplo, cambiar su lugar de trabajo y mudarse del “despacho solariego y oscuro de mis antecesores, en el que no me sentía yo misma”. Ahora trabaja en una sala más luminosa y colorida que ha ajustado a su medida, en la que pasa las mañanas de cada día junto a reuniones, eventos y actos institucionales. “Por la tarde me marcho a trabajar a mi propio despacho profesional, porque la cartera hay que mantenerla y a los clientes habituales les gusta que seas tú quien les sigas atendiendo”.

El resto del colegio, en la primera planta de un antiguo edificio, está dividido en varios despachos y una sala grande en la que se imparte formación para los colegiados. “Me habría gustado reformarlo y darle otro aire, pero entiendo que supone un coste muy elevado y que el colegio, hoy por hoy, tiene otras prioridades”.


Una tripulación de 3.600 colegiados

El Colegio de Administradores de Madrid es el más importante de España, con un total de 3.600 colegiados de los cerca de 15.000 que hay en todo el país. “Por eso tenemos una posición y liderazgo más fuerte”. Es ese detalle el que les ha llevado a innovar y buscar nuevas fórmulas que exportar al resto de la sociedad. Una de ellas es la que nace del natural vínculo del colegio con la empresa en la importancia de la resolución de conflictos.

“En nuestro trabajo nos encontramos con un sinfín de roces entre los mismos propietarios y otros que se dan entre los inquilinos y los propios administradores”. Por eso, el colegio ha lanzado una promoción de mediadores y un programa de mediación sobre el que trabajan de forma continuada para resolver con más celeridad y efectividad todos estos problemas, tanto en Madrid como en otras ciudades españolas. “Al final, los colegios estamos cada vez más cerca entre nosotros, entre otras razones por la digitalización”, otro de los aspectos que, explica, está transformando su negocio. “Antes todo se hacía con papeles, y aunque muchos de nuestros profesionales lo siguen haciendo así, porque tenemos una media de edad elevada, yo para trabajar solo necesito mi ordenador, tiempo y un buen equipo”.

Martínez presume del suyo: “Si tienes una buena tripulación, tienes la mitad del trabajo hecho”. Ella, además del colegio, tripula desde hace cuatro años otros barcos. “Fue cuando me aficioné a la vela, y aunque no tengo barco propio, tengo amigos que sí, que es lo más importante”, apunta esta profesional, a la que le quedan dos asignaturas para convertirse en capitana marítima. Entre otras de sus aficiones están el tenis, el golf y evadirse en su casa de Cádiz.

 
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