Una avalancha de socimis –35 de momento– se estrenarán en la Bolsa española el año que viene, parte en el mercado continuo y parte en el MAB. Ello supondrá el desembarco en el parqué de varios miles de millones de euros en activos, dado que solo 15 de estas entidades agrupan ya propiedades valorados en unos 5.500 millones. Es el caso, por ejemplo, de General de Galerías Comerciales (GGC), una socimi propietaria de centros comerciales cuyos activos suman ya en la actualidad casi 2.000 millones de euros.
Pese a la magnitud de ese próximo desembarco y el afianzamiento que ha experimentado en los últimos años este instrumento, el fenómeno de las socimis en España no ha hecho más que empezar y tiene todavía mucho recorrido por delante. Nacidas bajo el modelo de los REIT existentes en otras legislaciones, este vehículo de inversión inmobiliaria tiene como principal atractivo su ventajoso régimen fiscal, que le permite no tributar por el impuesto sobre sociedades a cambio de repartir al menos un 80% de su beneficio en dividendos. A ello hay que sumar que para constituir una socimi basta un solo activo por valor de más de cinco millones de euros, lo que apunta a que en los próximos meses el mercado español seguirá asistiendo al afloramiento de este tipo de empresas, que se sumarán a las 25 que ya están presentes en el MAB y a las cuatro grandes: Merlin Properties, presente en el Ibex, y a Hispania, Lar España y Axiare, que cotizan en el mercado continuo.
Más allá de las ventajas y atractivos que ofrecen para propietarios de inmuebles e inversores, el aumento de socimis en el mercado está llamado a tener un efecto positivo en el conjunto del sector inmobiliario español, tradicionalmente muy opaco y escasamente eficiente desde el punto de vista fiscal. En el caso de las sociedades más grandes, su presencia en el mercado continuo garantiza unos controles y una supervisión especialmente exigente, lo que arroja un plus de garantía y de seguridad para los inversores interesados en estos vehículos. Esa tutela no tiene la misma entidad en un mercado como el MAB, que no está sujeto a los mismos requisitos de transparencia, lo que puede convertirse a la larga en un obstáculo para la recuperación y consolidación de un sector inmobiliario –especialmente en el caso de las viviendas de alquiler y de los locales y grandes superficies comerciales– seguro, eficiente y capaz de atraer el interés de inversores de todo el mundo.
El aumento de las socimis constituye una prueba de la vitalidad y renovación de un mercado que ha vivido las nefastas consecuencias de la especulación, la opacidad y el sobredimensionamiento. Supervisar y ordenar esa recuperación es un reto y una oportunidad.