Cuidado: ¿otra burbuja?


El mercado de la vivienda se calienta. El precio del alquiler sube, sobre todo en algunas capitales. Cerca del 12% en Barcelona y Madrid en los tres primeros meses del año, según cifras oficiales, pero el 20% según los portales privados.

También aumenta bastante el número de compraventas: un 20,7%, más de 103.000 unidades, el mejor registro desde 2010. En buena parte, gracias a la demanda de extranjeros. Y por volver, vuelve incluso la venta sobre plano, que había quedado arrumbada desde la crisis.

¿Estamos en los prolegómenos de otra burbuja inmobiliaria, como la que pinchó en 2008-2009? En todo caso, no parece generalizada, porque afecta muy desigualmente al territorio. Las zonas más selectas de la costa y de las grandes ciudades se recuperan, mientras los barrios humildes siguen estancados.

¿Hemos olvidado la amarga lección del pasado? La repetición de una burbuja requiere el olvido de la anterior. El gran John Kenneth Galbraith calculó que el mercado (o sea, todos) tarda un decenio en perder la memoria del último desastre. Estaríamos en ello, pero la memoria parece aún muy viva, porque los efectos catastróficos del episodio anterior siguen ahí: desahucios, daciones en pago, desapalancamientos.

Además de la pujante demanda extranjera, el principal motivo del actual calentamiento no es tanto la (excesiva) espiral especulativa de ayer como el aplanamiento de los tipos de interés. Con los depósitos bancarios rindiendo en negativo, muchos ahorradores —grandes, medianos y pequeños— vuelven al ladrillo, en la expectativa de alcanzar rendimientos positivos, especialmente tras la purga de precios.

Ahora estamos mejor armados para prever burbujas. En la Unión Europea, el nuevo “procedimiento de desequilibrios macroeconómicos excesivos” obliga a auscultar una serie de indicadores, como “la evolución de los mercados financieros y de activos, incluido el sector inmobiliario” (Reglamento 1176/2011).

En España estamos más inermes que otros en la estrategia para compensar un crecimiento desordenado de la demanda. Apenas hay parque público de vivienda (la derecha se lo pulió a fondos buitre); la política de rehabilitación es escasa y anémico el fomento a la regeneración de barrios. Cuánto nos cuesta aprender.

Fuente: http://www.elpais.com/
 
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