La actividad inmobiliaria ha vuelto a despertar en cuanto lo han hecho el empleo y el crédito. Y aunque se acumulan ya dos años de avance de los precios de las casas y de las ventas, los valores están muy lejos de los guarismos a los que nos acostumbró lo más extremo de la burbuja inmobiliaria que explotó en 2008. Los precios avanzan a un ritmo del 6,3%, dos puntos más que a finales de 2015, que es el ritmo más alto desde 2007;pero los niveles de los precios de las casas siguen un 29% por debajo de sus máximos. Y en cuanto al volumen de actividad, aunque en el primer trimestre se hayan vendido un 29% más de casas que hace un año, en un ejercicio completo (los últimos cuatro trimestres) las ventas son aproximadamente la mitad que cuando el mercado estaba en su apogeo.
No parece haber, por tanto, riesgo de burbuja alguna. Parece razonable que tanto precios como ventas suban de forma más acelerada en el inicio de un ciclo de recuperación, precedido, además, por un periodo en el que el miedo a la crisis paralizó el empleo y el crédito, y, por tanto, las ventas inmobiliarias. Es cierto que en los grandes núcleos urbanos los precios se aceleran más por la falta de vivienda nueva, pero persiste un alto nivel de estocaje de vivienda usada en venta, y de nueva construcción en la coste mediterránea.