Tras una larga y pesadísima digestión, el sector inmobiliario recupera el pulso en España. El cambio de tendencia del demonizado ladrillose confirma en el mayor encuentro sectorial del ramo, que este domingo cierra sus puertas. Y es que, después de años de dolorosa travesía por el desierto, la décimo octava edición del Salón Inmobiliario de Madrid (SIMA) -el gran termómetro del sector- ha rubricado el resurgir de la obra nueva y de las ventas sobre plano, que han supuesto algo más del 60 % de la oferta total del salón, superando a las viviendas que aún quedan en stock, algo impensable en las ediciones pasadas, en las que las empresas echaban el resto para dar salida al producto que el estallido de la burbuja les dejó atragantado.
Los principales operadores del sector, presentes en el salón, confirman un cambio que califican de «radical», después de que en el 2015 la construcción creciera un 4,5 % y creara 50.000 empleos tras años de destrucción continua. «Se están haciendo nuevas promociones, algo que antes no se veía, y el dinero de los fondos se nota en el desarrollo del inmobiliario», explica Antonio Díaz Latorre, director territorial de la zona centro de Aliseda, la inmobiliaria del Banco Popular.
«La mejora de la economía y su traslación al mercado laboral es fundamental en la motivación. Se nota que la crisis ha pasado, que hay menos paro y que la gente tiene más capacidad para comprarse vivienda [la seguridad de un empleo facilita la concesión de hipoteca]. Los tipos casi cero ayudan», añade.
Su diagnóstico es compartido, como prueba que, por ejemplo,Altamira (inmobiliaria del Santander) vaya a poner en el mercado 8.000 viviendas de nueva construcción en los próximos tres años. En cualquier caso, matizan, la recuperación no es homogénea y mientras que en algunas zonas -como las grandes ciudades- el stock está en mínimos, en otras queda mucho producto. Y si el SIMA celebra que el sector ha vuelto a la vida, lo hace con cautela y la cabeza fría. Aún duele la resaca de la última fiesta. Por eso si en el 2007 a quien compraba el piso le regalaban el coche, un viaje o los muebles, ahora -con precios que han recuperado la cordura- ofrecen financiación ventajosa (de hasta el 100 % del valor de la compra o descuentos en segunda mano) y regalos más prosaicos: desde la termomix a un año de alarma gratis.