Las fachadas de hoy en día requieren de efectos ambientales, opacidades, transparencias y filtros para revitalizarse, camuflarse en su entorno y y cobrar una nueva vida ambientalmente más saludable.
1. Casa de la playa
Esta casa situada en una privilegiada cala de la Costa Brava catalana se ha vestido con un traje tradicional de cuerdas de pescadores para reforzar así la identidad del lugar donde se ubica. El estudio Bosch.capdeferro firma esta imaginativa propuesta. Se trata de una piel cosida manualmente al edificio existente que desafía la materialidad de la fachada y rescata las reminiscencias marineras de la zona. El resultado es un volumen ligero, casi etéreo, que se superpone a la construcción preexistente.
Antes, esta pequeña vivienda costera, no quedaba integrada en el entorno en absoluto. Los propietarios buscaban conseguir un mecanismo para fundir el volumen con la naturaleza circundante y así desdibujar los límites entre construcción y paisaje. Actualmente, la vivienda se abre al exterior, al tiempo que se protege con la sombra de su nuevo vestido. Los nuevos filamentos hacen también de filtro entre el espacio doméstico y la playa.
El nuevo filtro ejerce la doble función de generar confort térmico y privacidad. Las cuerdas aceleran la velocidad del aire que pasa entre ellas, refrigerando de esta forma la temperatura. Además, al servir de soporte para vegetación, ofrecen sombre y aumentan la intimidad.
Su función como guía para plantas trepadoras permite crear un muro vegetal que disuelve los límites del edificio y lo integra en su paisaje. La naturaleza se lleva así hasta el interior.
2. Palés reciclados
Esta vivienda, diseñada por el estudio madrileño James&Mau y la constructora Infiniski en Curacaví (Chile), se viste en verano y se desviste en invierno mediante una piel transventilada. La fachada tiene dos capas: una creada con lamas de madera fija proveniente de bosques sostenibles y otra de palés móviles reciclados que se pueden abrir y cerrar de manera individual para controlar el exceso de sol en el interior de la casa. La utilización de palés, un elemento industrial muy común,garantiza un bajo coste y la flexibilidad de un diseño que permite modular la luz y la ventilación en función de las condiciones climáticas.
En verano, la piel protege el interior del sol creando un efecto de refrigeración natural. En invierno se desviste y, así, permite la incidencia solar sobre la chapa del revestimiento o sobre sus grandes ventanales, consiguiendo un efecto de calefacción natural pasiva.
3. Un filtro de madera
En un pequeño pasaje en Barcelona, el arquitecto Josep Lluis Mateo decidió tejer este vacío en la ciudad con una bonita y artesanal piel de madera. El encargo que recibió el estudio de arquitectura fue crear un edificio de pequeños apartamentos. Los condicionantes eran relacionarse con el entorno y proteger la privacidad de los espacios habitables.
La nueva fachada se creó como una sucesión de capas a base de elementos ligeros: una interior de vidrio y acero inoxidable, y otra exterior, de lamas de madera, que se abre y se cierra a voluntad del usuario. Ésta hace de filtro entre la vida doméstica y la ciudad, protege de las vistas, del ruido, tamiza el sol y dota a la edificación de una imagen urbana y contemporánea dentro de un entorno consolidado.
“La madera es un material ligero, natural, ecológico, y al mismo tiempo, más apropiado para lo doméstico que el hierro o el aluminio. Frente a la dureza del muro (que es metálico), el nuevo filtro debía ser más ligero y grácil, hecho de pequeñas piezas. La madera es una respuesta natural a todos estos condicionantes”, afirma el arquitecto.