Un ladrillo robótico que piensa y se mueve


HyperCell es un sistema de construcción que utiliza ladrillos que toman decisiones, ruedan, escalan y cambian su forma. Son robots, y juntos pueden crear estructuras capaces de anticiparse, responder y adaptarse a los cambios, lo que supone otorgar movimiento y dinamismo a los edificios. Este proyecto en fase inicial, del que existen prototipos y simulaciones, ha sido desarrollado en Londres por cuatro estudiantes de arquitectura.

Los responsables de su creación, Pavlina Vardoulaki, Cosku Çinkiliç, Houzhe Xu y Ahmed Shokir, tenían que trabajar en un sistema de construcción que cumpliera los criterios de autoensamblaje y movilidad. Bajo la supervisión de su tutor y de su asistente, los estudiantes pasaron de una caja de aglomerado de madera a una"célula" robótica que puede mostrar inteligencia, comunicarse con otras células y moverse con agilidad gracias a una carcasa flexible impresa en 3D.

Para este equipo, la arquitectura actual "desarrolla objetos estáticos, mientras que el mundo es muy dinámico", por ello HyperCell pretende ser un sistema "que responda a los cambios". Ahmed Shokir explica a EL MUNDO que, para conseguirlo, se esmeraron en perfeccionar la comunicación entre las células que integran HyperCell. Esta es "la parte más importante del proyecto", ya que permite que el sistema sea capaz de "tomar decisiones en tiempo real mientras construye una estructura o se mueve por un terreno".
Hypercell, un ladrillo robótico que piensa y se mueve

Las células reciben una información, "hablan" sobre ella mediante bluetooth, se ponen de acuerdo y luego trabajan de forma conjunta, como si fueran una colonia de criaturas con un objetivo común. El equipo de HyperCell quería que tuvieran "su propio comportamiento, que fueran conscientes de su entorno y pudieran comunicarse entre ellas".

Es poco tiempo si se tiene en cuenta que estas células robóticas, de unos 10 centímetros, trabajan sin instrucciones predefinidas. Es decir, ningún ser humano les dice qué hacer, y son ellas mismas las que deciden cómo moverse y dónde situarse después de interpretar los planos diseñados.

Los "cerebros" aclaran que lo consiguen a través de varias fases. En la primera, HyperCell recibe en directo un dato de su entorno (la ciudad) o de una red de información. Si identifica un lugar que necesita estructuras, envía células allí, porque una de las características del sistema es que puede "responder a la demanda de espacio". Cuando llegan, las células empiezan a crear un edificio que, mientras crece, es capaz de modificar su configuración, ya que HyperCell puede rehacer sus cálculos.

Las células toman decisiones a nivel individual y colectivo y responden a los cambios del exterior o a las necesidades del sistema. Por ejemplo, reaccionan si disminuye su población o si aumenta el peso y la carga del edificio que forman.

Consideran que, potencialmente, se podrían construir viviendas o complejosresidenciales mediante HyperCell, pero aclaran que el equipo se ha centrado más en mostrar cómo funciona su idea que en cuestiones como el aislamiento al agua, el ruido o a la temperatura exterior.

Los cuatro estudiantes visionaron que su sistema sería una "respuesta de emergencia a desastres", como un terremoto. Las células formarían refugios "bastante rápido y sin ningún esfuerzo o interferencia de los usuarios". Además, HyperCell también podría crear un sistema de mobiliario urbano o hacer espacios para eventos organizados.
Desarrollo de una célula robótica

Los ladrillos robóticos han evolucionado desde los primeros prototipos. En su versión final, se unen entre ellos mediante magnetismo. En el exterior se encuentran las partes mecánicas y electrónicas, como el sistema hidráulico que les permite cambiar de forma o el procesador que controla sus acciones. El equipo de HyperCell cree que estos componentes podrían colocarse dentro si hacen más pequeños, lo que permitiría tener células de menor tamaño.

Shokir reconoce que el proceso de desarrollo del sistema de construcción no fue sencillo. Al principio, ninguno de los estudiantes sabía qué hacer: "Teníamos un instinto de lo que necesitábamos entregar y de a dónde queríamos ir, pero no una idea clara sobre cómo llegar allí". Su tutor, Theodore Spyropoulos, y su asistente, Mustafa El Sayed, trabajaron con los estudiantes para que pudieran completar la primera fase de su proyecto, la de los prototipos, en la que desarrollaron una idea básica para luego desgajarla en ideas principales y llevarlas a "un marco de trabajo más realista".

Ahmed Shokir considera que su investigación puede ir "más allá de los simples prototipos" que construyeron. Piensa que, potencialmente, su sistema sería capaz de adaptarse para crear más tipos de construcciones dependiendo del rumbo que pudiera tomar una próxima fase de desarrollo: "No estoy seguro de lo que puede pasar dentro de unos años. Nunca se sabe".

Fuente: http://www.elmundo.es/
 
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