Grandes proyectos que acabaron en fiasco


Los excesos políticos de comienzos de siglo han acabado en pesadilla con la crisis. La Generalitat entonces gobernada por el PP, estaba dispuesta a poner la Comunidad Valenciana en el mapa a golpe de talón. Eran años de vino y rosas, en los que la Administración autonómica —una de las más endeudadas de España— alentó, promovió y financió proyectos faraónicos que el tiempo se ha llevado por delante. La mayoría —salvo alguna excepción— han fracasado, están descabezados y a la espera de ser reflotados algún día. Es la herencia recibida por los nuevos gestores públicos valencianos.
L'Àgora

El emblemático edificio fue el último en incorporarse a la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el complejo futurista diseñado por el arquitecto Santiago Calatrava en Valencia. Se inauguró sin estar totalmente acabado en otoño de 2009 —y en contra de la opinión de Calatrava, según ha trascendido más tarde— por expreso deseo del entonces presidente valenciano, Francisco Camps, del PP. El político quería estrenar el edificio para un torneo de tenis. El auditorio, pensado para acoger grandes espectáculos, se presupuestó en 45 millones de euros pero ha costado el doble.

Con el paso del tiempo, L´Àgora, con 80 metros de altura y 5.000 localidades, acumula desperfectos y goteras. El precario estado del recinto solo ha permitido que en su interior se celebrasen eventos esporádicos. Acosado por la deuda, el Gobierno valenciano adjudicó este año la explotación del edificio a un consorcio privado pero los nuevos gestores no se harán cargo del complejo hasta que se reparen los daños. La Generalitat inició una negociación con el estudio de Calatrava para las reparaciones que no ha culminado todavía. En una primera valoración se estimó en 10 millones de euros la inversión necesaria para que el edificio reúna todas las condiciones de seguridad, aunque la Generalitat valenciana, que gobierna una coalición de socialistas y Compromís, ha advertido que no gastará "millonadas" en obras faraónicas.
Sociópolis

La Generalitat recalificó en 2006 alrededor de 35 hectáreas de suelo rústico alejado del casco urbano de Valencia para promover de la nada un nuevo barrio de 3.000 viviendas sociales en un entorno de huertos urbanos. El proyecto, dirigido por el arquitecto Vicente Guallart, proponía un barrio innovador para jóvenes, personas mayores tuteladas, inmigrantes y familias monoparentales. El proyecto se situaba al sur de la ciudad, en la pedanía de La Torre.

Casi una década después, el sector urbanístico está paralizado, con apenas un 20% de los pisos construidos y fondos públicos comprometidos. Se acabaron algo más de 400 pisos —algunos de ellos, habitados— y el extinguido Instituto Valenciano de la Vivienda inició 180 nuevos pisos, que ahora están parados.
La T2 de Metrovalencia

El ente gestor de infraestructuras del Gobierno valenciano adjudicó en julio de 2007 por 33 millones de euros la línea T2 de Metrovalencia, una línea de tranvía que conectaría el norte de la capital valenciana con el barrio de Natzaret, en el distrito marítimo. De nuevo, la crisis y los recortes presupuestarios obligaron hace cuatro años a detener las obras. La línea se quedó a medio ejecutar y, con el paso del tiempo, se ha ido deteriorando. La Generalitat, que lleva meses denunciando su infrafinanciación, carece de fondos para reanudar la construcción y ha pedido al Ministerio de Fomento que se haga cargo de ella. De momento, no hay fondos consignados en los Presupuestos Generales del Estado. El departamento valenciano de Infraestructuras retiró hace unos meses las vías de la línea por cuestiones de seguridad. Hoy en día, la construcción está abandonada.

Ciudad de la Luz

El cineasta valenciano Luis García Berlanga soñaba con un centro de cine de referencia en Europa y con presupuesto de la Generalitat, entonces presidida por Eduardo Zaplana, del PP, se abrió en 2005 a 10 kilómetros de la ciudad de Alicante. Diez platós, 8.000 metros de talleres y almacenes auxiliares y un área de rodaje de exteriores de 220.000 metros. La inversión prevista en un principio era de 270,5 millones de euros aunque el coste final supera con creces la previsión.

Más de una década después el proyecto ha hecho aguas y el sueño del fallecido director de cine es una pesadilla para los gestores públicos valencianos. En sus estudios se ha filmado el tsunami de Lo imposible, el éxito cinematográfico de Juan José Bayona, Astérix en los Juegos Olímpicos y 60 cintas más. Una sentencia del Tribunal General de la Unión Europea apuntilló el proyecto. El tribunal europeo resolvió que las subvenciones públicas eran ilegales y debían de ser devueltas en respuesta a una denuncia presentada por el megaestudio británico Pinewood por competencia desleal.

Los estudios permanecen cerrados y se negocia con la UE la subasta de los activos en las mejores condiciones posibles porque los intentos hasta ahora de venderlo no han prosperado. La Generalitat ha pedido a la Comisión Europea elevar el precio de salida de la subasta de los 19 millones de euros previstos inicialmente a los 40 o 50 millones."Queremos aumentar la cifra para recuperar la inversión", justificó hace unos días el actual presidente valenciano, el socialista Ximo Puig.
Centro de Investigación Príncipe Felipe

Los Príncipes de Asturias inauguraron en marzo de 2005 el Centro de Investigación Príncipe Felipe (CIPF), que costó 60 millones de euros y fueron financiados al 70% por la UE. En 2011, la Administración autonómica, en plena época de recortes, asestó un mazazo a su labor investigadora. El flamante centro, situado a espaldas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, perdió el 50% de la financiación del Gobierno valenciano, lo que lo convirtió en prácticamente inviable. Un ERE dejó la plantilla de 245 empleados en 108 y además se redujeron los salarios. Se vieron afectados 79 investigadores y volaron de un plumazo 16 laboratorios y 14 líneas de investigación puntera en medicina regenerativa, biología química y biomedicina. Quedó al borde del desmantelamiento. Hoy, el centro funciona con un reducido grupo de investigadores, pero sus posibilidades son "infinitas", ha reconocido la nueva Administración valenciana, que tratará de colocarlo para lo que fue creado: estar entre los cinco primeros centros de España en investigación.
Fórmula 1

El patrón de la Fórmula 1, Bernie Ecclestone, se comprometió en 2007 a convertir Valencia en sede de un gran premio si el PP ganabalas elecciones autonómicas de aquel año. La candidatura liderada por el popular Francisco Camps venció y Ecclestone cumplió su promesa. Después de que el erario público valenciano adelantara un montón de millones para la construcción del circuito —que no costaría un euro a los valencianos, repetían los políticos populares-, el Gran Premio de Europa de F-1 celebró cinco ediciones en Valencia, de 2008 a 2012.

La última carrera fue en 2012 dado que el desbarajuste financiero de la Generalitat no daba para seguir sosteniendo el canon ni los gastos vinculados al gran premio. El presidente Alberto Fabra (PP) dio por finiquitada la F-1 en la capital valenciana. Desde entonces, las inmediaciones del circuito están abandonadas a su suerte y nadie sabe a ciencia cierta si algún día volverá a disputarse el gran premio. Lo que si ha trascendido es que solo las obras de la F-1 costaron 100 millones de euros, de los que se adeuda un 60%. La Generalitat tiene que devolver a los bancos 7,5 millones de euros anuales hasta 2023 por el préstamo solicitado en su día para las obras. Los tribunales investigan si la empresa local encargada de organizarlo era o no una firma pantalla de la Generalitat
Copa del América

Y de competición a competición. Valencia fue sede en dos ocasiones de la Copa del América, la competición más prestigiosa en el mundo de la vela. La remodelación de la dársena interior del puerto de Valencia, necesaria para la mítica regata, costó unos 300 millones de euros. Una deuda que hoy supera los 400 millones de euros y que debía devolverse al Estado, que lo anticipó con un préstamo, con los beneficios de la explotación comercial de la dársena o marina, donde se proyectaron negocios náuticos, varaderos, establecimientos de restauración y otro tipo de atracciones.


El proyecto no ha arrancado por las trabas burocráticas y la inacción política. El Veles e Vents, edificio icónico de la Copa del América, ha sido una especie de jarrón chino para la Administración valenciana, que no ha sabido que hacer con la obra de los arquitectos David Chipperfield y Ferrmín Vázquez. Ha acogido ferias, exposiciones, bodas y algún que otro evento parecido pero su rápido deterioro ha obligado a inyectarle inversión cada dos por tres. Al final, el Ayuntamiento de Valencia ha privatizado su explotación y será Heineken España, su escuela de hostelería Fundación Cruzcampo y el grupo gastronómico La Sucursal los que se hagan cargo del afamado inmueble previo pago de un canon municipal.


Las bases de los equipos de la conocida como Fórmula 1 del mar se han reconvertido en parte -el empresario Juan Roig ha ubicado en algunas de ellas su centro de formación-. Otras bases, sin embargo, están vacías y sin desmontar lo que convierte algunas áreas del puerto valenciano en una especie de pueblo fantasma. Hay planes para reflotar toda la zona en cuanto la economía se recupere pero, de momento, la reactivación del área llega con cuentagotas.

 
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