- Belén, oye, que han llamado del ICBC, nos piden una reunión porque les interesan nuestros activos.
- Yo fondos buitre no quiero.
- No, no, verás. ICBC es un banco chino; de hecho, es el banco más grande del mundo.
Corre el año 2013. España ha sido rescatada con dinero europeo para salvar a las cajas de ahorros quebradas y, a cambio, Bruselas ha exigido la creación de un banco malo al que traspasar todo el ladrillo y el crédito promotor de estas entidades. Ha sido bautizado con el extraño nombre de Sareb (Sociedad de gestión de Activos procedentes de la REestructuración Bancaria); "si se os ocurre un nombre mejor, somos todo oídos", dijo un responsable de Economía en una rueda de prensa. Además, se ha forzado a todos los bancos a entrar en su capital -menos a BBVA, que se ha negado- para que la mayoría esté en manos privadas y no compute como deuda pública.
Guindos ha aprovechado para poner al frente a una mujer de su confianza, Belén Romana, después de no lograr colocarla en el BCE ni en la CNMV. Ésta ha empezado a gestionar un buque de 50.000 millones diseñado por Álvarez & Marsal ("queríamos hacer un transatlántico pero al final salió un botijo") y reformado por KPMG, sin apenas personal y en un edificio alquilado-ninguno de los suyos le vale como sede- en obras. Y empieza a salir en público para difundir un mensaje que no convence a nadie: "Sareb no es un banco ni es malo".
Y en ésas estábamos cuando llega la llamada del ICBC, que refieren fuentes cercanas al banco malo. Pilla a Romana y a su equipo totalmente a contrapié. Por eso no le dan demasiada importancia. Pero para los chinos sí que la tiene. Tanta, que hasta su cúpula directiva con el consejero delegado al frente coge un avión en Shangai con rumbo a Madrid exclusivamente para reunirse con la Sareb. De hecho, se presentan al encuentro cargados con lujosos regalos, una costumbre de su país (que se refleja en la segunda parte de la película Wall Street): sábanas de seda, porcelanas...
En el bando español, la "presidente" (ella no se llama presidenta) no se digna aparecer y en su lugar manda a varios miembros de su equipo directivo. Sin regalos, claro. Después de recibir azorados los que les ofrecen los ejecutivos asiáticos, éstos sueltan la bomba: quieren comprarse la Sareb entera. No una serie de inmuebles ni una cartera de crédito promotor. Todo. Los 200.000 activos. Los 50.781 millones de euros. Los presentes en la reunión no dan crédito y a algunos se les ponen los pelos como escarpias.
Los directivos de Sareb salen del paso como pueden y prometen estudiar la propuesta, aunque no llega a hablarse de cifras ni de condiciones. Según unas fuentes, Romana no termina de tomársela en serio y nunca responde al ICBC, ni siquiera para pedir más información. El banco chino, que en 2011 ha abierto sucursal en el Paseo de Recoletos de Madrid y que tiene gran interés en realizar grandes inversiones en nuestro país aprovechando el pinchazo de la burbuja, lo deja por imposible. Según otras, son los chinos los que no concretan su oferta porque, si la puja fuera buena, el banco malo se lo vendería todo. En todo caso, ahí acaba esta historia.
¿Qué habría pasado si...?
Pero la historia de Sareb, del mercado inmobiliario y la de la economía española podía haber cambiado radicalmente ese día. ¿Habría sido mejor vender todos los activos de una tacada a los chinos y liquidar de golpe el banco malo?Depende de muchas cosas: del precio pagado, de lo que hiciera el ICBC después con los inmuebles y los créditos, y un largo etcétera. Así que nunca lo sabremos.
Según cuentan, fueron los chinos los que no concretaron su oferta porque, si la puja hubiera sido buena, el banco malo se lo habría vendido todo
Lo que es seguro es que el Gobierno se habría quitado de encima un enorme quebradero de cabeza. Aunque es cierto que Sareb ha vendido 5.000 millones en dos años, lo ha hecho con fuertes pérdidas en 2013 y 2014. Además, la mitad de la cúpula abandonó el barco en 2014 por sus discrepancias con Romana, y ella misma tuvo que acabar dimitiendo en enero de este año para ceder su puesto a Jaime Echegoyen, ex CEO de Bankinter y Barclays. El último golpe ha sido una pérdida de 2.700 millones por la cobertura del riesgo de tipos de interés, aunque el banco malo asegura que no debe registrarla en sus cuentas ni en su patrimonio neto (si así fuera, estaría en causa de disolución), y que no va a necesitar una ampliación de capital.
Con todo esto -y sin que se haya aprobado en todo este tiempo la circular del Banco de España que debe determinar la contabilidad del banco malo-, elfuturo de Sareb está en el aire. La calma que ha traído Echegoyen tras la tempestad de Romana y la incipiente recuperación del mercado deben ayudar a enderezar su rumbo. Un rumbo que ya no preocuparía a los contribuyentes si se hubiera vendido a los chinos en 2013.