El Gobierno chino ha decidido flexibilizar la compra de propiedades inmobiliarias por parte de personas o entidades extranjeras, en un intento de dinamizar este sector, que ha sufrido un parón en los últimos años. Así que ha apostado por abrirse al dinero foráneo.
Los extranjeros podrán comprar tantas propiedades como deseen, aunque tendrán que atenerse a los límites locales que se mantienen en algunas ciudades y que también afectan a los ciudadanos chinos. Por ejemplo, en Shanghái, las personas que no están registradas como residentes en la ciudad solo pueden comprar una propiedad.
Hasta ahora, los extranjeros solo podían comprar una propiedad y únicamente después de haber residido en el país durante un mínimo de un año.
Además, se ha reducido el nivel requerido de capital registrado para la instalación de empresas inmobiliarias con financiación exterior. La medida fue anunciada por el Consejo de Estado en la noche del jueves.
Sin embargo, varios analistas y expertos en el sector inmobiliario han advertido en la prensa china de que la nueva medida no afectará a los precios, ya que la demanda de extranjeros no será muy elevada respecto a los grandes inventarios de viviendas sin vender que actualmente hay en China.
En el caso de las viviendas de lujo, donde los inversores extranjeros podrían poner sus miras, los precios han seguido creciendo. En Pekín, por ejemplo, el precio medio es de 8.996 euros el metro cuadrado para este tipo de residencias, según la consultora inmobiliaria Knight Frank. En el caso de Shanghái se sitúa en 11.605 euros y en Cantón sobre los 5.598 euros.
Ritmo más lento de crecimiento
El crecimiento de la inversión inmobiliaria en China continuó ralentizándose en los primeros siete meses de 2015 ante el débil dato de las nuevas construcciones, pero sí hubo cierta mejora en las ventas de propiedades y en la inversión en residencial, lo que sugiere una recuperación dispar en un mercado en dificultades.
La inversión inmobiliaria, un importante motor de la economía china, creció un 4,3% en el período de enero a julio respecto al año anterior, su ritmo más lento desde el primer trimestre de 2009, según datos de la Oficina Nacional de Estadísticas, informa Reuters.
El débil dato inmobiliario es un mal presagio para el crecimiento económico chino, que se estancó después de que la baja demanda exterior golpeara a las exportaciones y la producción industrial, lo que llevó al Banco Central a devaluar el yuan.
La desaceleración durante el último año en la actividad del mercado inmobiliario ha lastrado a la economía, que se espera que registre en el 2015 sus peores cifras en un cuarto de siglo. La débil inversión en propiedades continuaría este año ya que la gran cantidad de viviendas sin vender está desanimando a los empresarios para empezar nuevas obras.
De hecho, el número de nuevas construcciones cayó un 16,8% de enero a julio frente al mismo período del año previo, empeorando desde una caída anual de un 15,8% registrada en el primer semestre.
Fuente: http://www.cincodias.com/