La venta en plena crisis del edificio situado en el número 11 de la calle Príncipe de Vergara supuso el pistoletazo de salida de la llegada de capital latinoamericano a Madrid. En el verano de 2012, cuando la prima de riesgo en España se encaminaba hasta máximos históricos y la salida del euro empezaba a cobrar fuerza, Renta Corporación vendía a un pequeño grupo de inversores venezolanos uno de los edificios más emblemáticos, espectaculares y exclusivos del barrio de Salamanca.
Entonces, la compañía reconoció haber ingresado por este inmueble 24 millones de euros, en torno a 4.000 euros el metro cuadrado. Tras su profunda rehabilitación, las viviendas que alberga este edificio, un total de 25, alcanzan hoy en día precios que oscilan entre los 8.500 y los 9.000 euros por metro cuadrado.
“Príncipe de Vergara 11 lo compraron un par de inversores venezolanos y lo hicieron en un momento fantástico, puesto que adquirieron un gran edificio a un precio muy atractivo”, relata a El Confidencial Carlos González Weil, arquitecto director general de Molior Arquitectura y Construcciones, compañía de origen venezolano que se encarga de la transformación integral de este tipo de edificios y cuyo papel fue clave para que esta operación saliera adelante.
“Hubo inversores que confiaron en nosotros y en la operación que les pusimos sobre la mesa en un momento tan delicado en España y que, posteriormente, incentivó y atrajo a nuevos inversores a Madrid”, recuerda Carlos González Weil.
Mucho más complicado es conocer qué familias se esconden detrás de estas transacciones. Uno de los pocos ejemplos que ha salido a la luz en la capital es el del clan venezolano Capriles que, tal y como avanzó en exclusiva El Confidencial, adquirió en 2014 un edificio en la calle Barquillo de Madrid, una operación a la que se sumarían otros inmuebles en Príncipe de Vergara, Fernando VI o Juan Bravo. Y es que los inversores son muy celosos de su privacidad, las cláusulas de confidencialidad de los contratos que firman son muy estrictas y huyen a toda costa de aparecer en los medios de comunicación por miedo a que su patrimonio quede expuesto públicamente y toda esa información llegue a sus países de origen.
Dicho esto, el comprador de Venezuela ha sido especialmente activo en la capital desde el citado año 2012, en especial en el Barrio de Salamanca. “El 80% de las transacciones en esta zona corresponden a inversores venezolanos”, explica Alberto Costillo, socio de Knight Frank y director de residencial de lujo en la consultora. “Siempre han estado presentes en el mercado español, pero es cierto que ahora hay mucho movimiento”.
Aunque hay particulares que compran viviendas a nivel individual, es muy habitual que se asocien varios family offices para adquirir un edificio entero para reformarlo y rehabilitarlo, tal y como reconocen ambos expertos.
El 80% de las transacciones en el Barrio de Salamanca corresponden a inversores venezolanos
Príncipe de Vergara 11 es un claro ejemplo. “Inicialmente entraron dos familias y ahora hay quince”, explica González Weil, cuya compañía ha replicado en varios proyectos más como Recoletos 13 y 8, Salustiano Olózaga 12 o Lagasca 19. En todos ellos, los propietarios, además de comprar viviendas para uso propio, están aprovechando el impulso del mercado inmobiliario de Madrid para hacer caja con la reventa de viviendas a otros compradores venezolanos, pero también a ricos españoles. “En algunos casos, están ganando un 40% o un 50% y están reinvirtiendo ese capital en la vivienda que están reformando para vivir”, apunta González Weil.
¿Por qué el Barrio de Salamanca?
A los ricos venezolanos no les sirve cualquier barrio de Madrid. “Buscan aquellas zonas donde tradicionalmente ha vivido el rico español. No el nuevo rico que vive en La Finca, sino el millonario de toda la vida, y esto lo identifican con el Barrio de Salamanca”, explica Ignacio Pareja Sierra, socio de Momentum Real Estate. “Hay un componente aspiracional muy importante en este tipo de operaciones, les gustaría parecerse a ellos y, de la misma manera que tienen un piso en el barrio de La Défense en París, quieren poder decir que tienen otro junto al Retiro de Madrid”.
Su predilección por esta zona va más allá. “Caracas es una ciudad muy poco peatonal y en Madrid buscan la vida urbana, poder salir a pasear, a comer o a ir de compras sin necesidad de tener que coger el coche. Y eso La Finca no lo tiene”, añade el director general de Molior Arquitectura y Construcciones.
"La idea de comprar inmuebles enteros nos permite también una mayor flexibilidad a la hora de adaptar las viviendas a las necesidades del cliente. De esta manera, si quiere mayor superficie para su casa podemos, por ejemplo, unir dos viviendas o diseñar la distribución en función de sus necesidades específicas".
Fuente: http://www.elconfidencial.com/