En las últimas décadas el negocio de la banca ha dado un giro casi completo. Ahora, los préstamos hipotecarios han pasado a ocupar el puesto más relevante en los balances de los bancos, en detrimento de los créditos a las empresas, que tienen que buscar otras formas de financiación. Está situación fomenta la creación de burbujas inmobiliarias y las probabilidades de incurrir en nuevas crisis financieras, que son más profundas y dolorosas.
Desde que comenzó la crisis financiera en 2007 se ha podido comprobar en repetidas ocasiones como el sector público (gobiernos y bancos centrales) ha tenido que salir al rescate de multitud de entidades financieras, algunas porque estaban faltas de liquidez y otras simplemente porque eran insolventes. El mercado de la vivienda y las hipotecas estaban detrás de los problemas en los balances de las entidades financieras y puede que las historia se vuelve a repetir si la tendencia continúa. La banca moderna centra su crédito en la vivienda residencial.
Y es según explica varios documentos publicados por académicos y recogidos por el semanario británico The Economist, los créditos hipotecarios se han multiplicado en los balances de los bancos en detrimento de los créditos concedidos a las empresas, que ahora se ven obligadas a acudir a los mercados monetarios y de capitales para obtener financiación.
En 1900 sólo el 30% de los préstamos que realizaban los bancos estaban vinculados con la vivienda residencial, ahora estos créditos se encuentran alrededor del 60%, un incremento que se ha producido sobre todo a partir de 1970. Este cambio en la forma de negocio de los bancos también ha influido en la salud financieras de las familias, que ahora tienen un nivel de endeudamiento muy superior al de hace 50 años.
Esta giro en el modelo de negocio de las entidades financieras ha estimulado la creación de las burbujas en los mercados de la vivienda y el sector de la construcción. Además, la crisis derivadas de este tipo de burbujas son mucho más profundas y requieren una recuperación más lenta y dolorosa que las crisis producto de otras causas diferentes, según argumentan Oscar Jorda, Moritz Schularick y Alan Taylor en su documento publicado por el Instituto Nacional de Investigación Económica de EEUU.
La pregunta lógica tras analizar las argumentaciones de estos economistas podría ser ¿por qué la banca concede tantas hipotecas si son activos de elevado riesgo? Según The Economist, la respuesta se encuentra en las políticas implementadas por los gobiernos en los últimos años, que han incentivado la adquisición de vivienda. Un buen ejemplo es el caso de España, donde las deducciones por compra de vivienda han sido una política habitual. Otro ejemplo es EEUU, allí las familias que adquieren una vivienda se deducen los intereses pagados anualmente por la compra de la vivienda.
Por otro lado, el aumento constante del precio de la vivienda convirtió en casi obligatorio pedir una hipoteca para poder acceder a una vivienda. Los bancos permitieron flexibilizar los pagos de estos créditos mediante un aumento sustancial de la devolución del principal. Hasta hace poco no era extraño ver en España hipotecas a 40 o 50 años, mensualidades asequibles para las familias con unos jugosos intereses para los bancos.
Además, las regulaciones internacionales de la banca, como la de Basilea I, permitieron que las hipotecas fueran activos ponderados con el mismo riesgo que los créditos corporativos, cuando la realidad no dice lo mismo, según señala el semanario británico.
El efecto sobre las empresas
A medida que las préstamos hipotecarios copaban el crédito que los bancos concedían, las empresas se veían obligadas a buscar otras formas de financiación para realizar sus inversiones. Las compañías han aumentado sensiblemente sus emisiones de bonos y pagarés. Por ejemplo, en EEUU el mercado de deuda corporativa ha pasado de representar el 11% del PIB en 1970 a representar el 70% a día de hoy.
Esto ha representado una mejora para la economía por un lado. La última crisis económica hubiera sido mucho más dura si no fuera por la fuerte relación entre las empresas y los mercados de emisión de deuda. Mientras que los préstamos bancarios a las empresas en EEUU cayeron de 4,5 billones en 2007 a 3 billones en 2012, la emisión de bonos se triplicó. En Europa y China ocurrieron situaciones muy parecidas aunque de menor grado.
Además, que las empresas se financien en los mercados de capitales de deuda privada reduce el impacto de sus quiebras en la economía real. Ya que en este caso, la quiebra de una compañía puede afectar a un inversor institucional, compuesto por inversores cualificados y, normalmente, con una importante capacidad económica. Mientras que si el impago de una empresa importante afecta a un banco, la repercusión del impacto puede extenderse a la economía real fácilmente, según relata The Economist.
El mayor problema que supone el descenso de los créditos bancarios a las empresas reside en la dificultad de las pequeñas y medianas compañías para encontrar financiación. Estas empresas tienen serios problemas para acceder de forma individual a los mercados de capitales, y ahora que el crédito bancario se centra en la vivienda tampoco encuentran un lugar estable en las entidades financieras para conseguir la fondos necesarios para llevar a cabo su negocio.
Fuente: http://www.eleconomista.es/