La comparación entre Irlanda y España es sangrante. La primera puso en marcha su banco malo en 2009 y hace ya un año que empezó a demoler las viviendas que no tenían salida alguna. Dentro de casa, acabamos de empezar la tarea.
Irlanda y España han compartido durante los seis últimos años el dramático impacto del brutal pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2007. Pero mientras en las islas el precio se ha desplomado cerca de un 60% gracias a la decidida actuación del Gobierno para devolver los precios a sus niveles razonables –sin la intromisión de su sistema financiero, desaparecido en combate-, en España estamos dando los mismos pasos con más de tres años de retraso.
El resultado es que mientras en junio el precio de la vivienda subió en Irlanda por primera vez en términos interanuales tras un largo lustro de crisis, en España la resurrección del sector sigue muy lejos. La venta de viviendas sigue en niveles ínfimos, el ‘stock’ se reduce a paso de tortuga y los expertos creen que los precios aún deben bajar hasta un 30% para que se produzca la tan ansiada reactivación.
Hasta hace apenas un año, la estrategia de los bancos y los supervisores españoles –con el visto bueno del Gobierno- ha sido guardar los muertos inmobiliarios en el armario. Un plan basado en la patada hacia adelante que la extensión de la crisis hizo saltar por los aires. “Se ha tenido que poner en marcha a toda velocidad una estructura para salir del encefalograma plano. El problema es que la prisas nunca son buenas y los resultados son muy inciertos aún”, señalan en fuentes del sector.
La comparación entre Irlanda y España es sangrante. La primera puso en marcha su banco malo en 2009 y hace ya un año que empezó a demoler las viviendas que no tenían salida alguna. En el caso español, la Sareb empezó a operar a finales del año pasado y sólo ahora ha empezado a realizar operaciones, siempre bajo la sombra de la duda.
El propio Fondo Monetario Internacional (FMI) dio un gran tirón de orejas a la institución que preside Belén Romana haciendo el ejercicio de realismo que la propia Sareb -la transparencia de sus operaciones dejan mucho que desear, como demuestra la falta de información sobre los detalles de la 'Operación Bull'- se niega a hacer público. El FMI, que como todos los expertos da por hecho que el precio de la vivienda va a seguir bajando, cree que el plan de negocio del banco malo debería basarse en unas proyecciones más conservadoras.
¿Seguimos, por lo tanto, negando la realidad? Los precios siguen lejos de los niveles a los que los españoles pueden adquirirlos. Por lo tanto, la clave ahora es hasta dónde el banco malo por un lado y la Sareb por otro acelerarán la caída de los precios y para devolve al mercado inmobiliario español la liquidez perdida.
La banca acelera el paso
La banca, que cuenta con unas 600.000 viviendas, ha acelerado el proceso de venta. Pero, al mismo tiempo, impide que los precios se ajusten a la realidad económica en los inmuebles que no comercializan. La razón es que pueden modular la caída de los precios asumiendo recortes más suaves a cambio de condiciones de financiación mucho mejores de las que un ciudadano que quiere comprar una vivienda de un particular o un promotor puede conseguir.
Un problema con el que no se encontró Irlanda. "La crisis se llevó por delante a todos sus bancos, que por lo tanto no han constribuido a mantener artificialmente altos los precios de las casas. En cambio, en España son la mayor inmobiliaria del país y son los mayores accionistas del banco malo", señalan en una promotora nacional que prefiere no ser citada y que acusa al sector bancario de competencia desleal.
La pregunta es hasta cuándo podrán aguantar la Sareb y los bancos. A éstos les entra más producto del que les sale de la cartera y a la primera los grandes fondos le están exigiendo grandes descuentos y que comparta el riesgo. La incipiente recuperación económica -aunque España está a años luz del crecimiento del 1% que le permitiría crear empleo- podría tentar a los poseedores de los activos a esperar -otra vez- tiempos mejores. De su determinación para reconocer la realidad dependerá la llegada a España del 'milagro' irlandés.
Fuente: http://www.teinteresa.es/