¿Recuerda los tiempos en los que era posible hipotecarse sin problema por la compra de una casa, por amueblarla, comprar un coche e irse de vacaciones para celebrarlo, con unas cláusulas de amortización pensadas para el propio Matusalén? Aquellos días aún perduran en algunos países de Europa, aunque en otros comprarse una casa es, cada vez más, un lujo.
Las diferencias en las condiciones de financiación y crédito son sustanciales entre la periferia y los países centrales de la Unión Europea. Mientras en el norte de Europa siguen otorgándose hipotecas con condiciones previas al estallido de la burbuja inmobiliaria, la restricción al crédito en el sur impone un cambio de cultura en el mercado inmobiliario.
Algunos países como España e Irlanda batallan contra los perniciosos efectos de la burbuja inmobiliaria, que ha dejado a millones de hipotecados en riesgo de perder su casa, pero los países periféricos del continente que cuentan con robustas economías pueden seguir permitiéndose dar créditos como si la crisis financiera nunca hubiera existido.
Estas disparidades ponen de manifiesto la falta de coherencia de los 28 mercados de préstamo que conforman la región y que en el futuro formarán parte de la Unión Bancaria Europea, en principio, pensada para armonizar el sistema financiero, pero que quizá tendrá nula o escasa repercusión en el acceso al crédito de los ciudadanos.
Holanda y países nórdicos, hipotecas para los nietos En Holanda, calificado con la triple A, cuya quiebra y rescate posterior fueron de los más sonados al principio de la recesión - el 'crash' del banco ABN Amro supuso el desembolso de 30.000 millones de euros-, todavía se pueden conseguir hipotecas por el 105% del valor de la nueva vivienda, señala Reuters.
En Suecia, una hipoteca sobrevivirá al comprador más joven, e incluso a sus nietos.
En este país, donde no se han producido quiebras bancarias tras la crisis de 2008, siguen existiendo préstamos por periodos de hasta 140 años de pago: los hijos de los propietarios e incluso los nietos tienen asumido que asumirán la deuda una vez mueran sus ascendientes.
No obstante, las autoridades están intentando acelerar estos periodos de pago y en 2010 ya se introdujo un máximo de financiación del 85%.
Grecia, un amargo despertar de un sueño
En Grecia, los bancos tan sólo financian el 70% de la propiedad. comparado con el 100% que se otorgaba en los años previos a la crisis económica. Así, los jóvenes se ven abocados al alquiler o postergan su independencia de la casa familiar, una situación que era impensable hasta hace poco en uno de los países con las mayores tasas de vivienda en propiedad de Europa.
"Tienes sueños y planeas una vida en común, pero luego chocas con la realidad", señala a Reuters Vasiliki Dimitriadou, que vive con su mujer en el pequeño apartamento de tres dormitorios que tienen sus padres en Atenas. Vasiliki, de 32 años, perdió su trabajo como enfermero hace un año, y su mujer, que trabajaba en una pequeña empresa de construcción, también está ahora en el paro.
Sin ingresos, no se pueden permitir pagar un alquiler, y mucho menos la compra de una vivienda. "Cosas que dábamos antes por hecho, como una hipoteca para tener su propio hogar, son ahora un lujo", dice este joven griego. "No veo la luz, una generación entera se encuentra perdida".
Irlanda, formularios como 'El Señor de los Anillos' En Irlanda, que llegó a ser uno de los principales prestamistas de Europa para la compra de vivienda, antes de la crisis un ciudadano podría conseguir una amortización de hasta cinco veces su salario bruto, pero ahora los bancos han reducido los préstamos hasta dos o tres veces el sueldo anual neto.
El máximo se estima en un 92% del precio de la vivienda, cuando antes de la crisis los picos se elevaban hasta el 120%. Antes, la burocracia para aprobar una hipoteca duraba unas tres semanas; ahora, el tiempo destinado a estos trámites es tres veces mayor.
"Durante el 'boom', apenas había papeleo", relata un 'bróker' inmobiliario con base en Dublín. "Hace pocos años le decías al banco cuánto ganabas y ni siquiera se molestaba en comprobarlo. Ahora, todo es papeleo. Deberías ver nuestros formularios: son tan gruesos como 'El Señor de los Anillos'", bromea.
"En estos tiempos, pedir una hipoteca supone rellenar multitud de formularios para dar garantías al banco de la capacidad de solvencia para hacer frente a las letras del piso, pero también para los gastos escolares -hasta 800 euros al mes en algunas zonas de Dublín-. Ahora la expresión en boga es la de ‘préstamos forenses’; antes era la de ¿Cuánto dinero desea?", señala.
España, hipotecas como churros España, junto con Grecia, es el país donde la cultura de la vivienda en propiedad está más extendida -un 80% de la población se compra una casa, en comparación con el 70% de media de la Unión Europea-. Pero con la restricción actual del grifo del crédito y las persistentes altas tasas de desempleo, esta tendencia se está invirtiendo.
"Venimos de un mundo donde se despachaban hipotecas como barras de pan a otro totalmente opuesto", afirma Pedro Javaloyes, director de Agencia Negociadora, en una entrevista con Reuters. "De hipotecas que se alargaban a 50 ó 60 años, se ha pasado a periodos de amortización de un máximo de 40 años, y de un 110 de capital amortizado a un 70%, o un 80% en muy contadas ocasiones", continúa.
En Italia un 72% de los ciudadanos compra su propio domicilio, pero la proporción de préstamos hipotecarios ha descendido un 37% el año pasado, en el contexto de la peor recesión económica desde la Segunda Guerra Mundial, según las estadísticas del país transalpino. Los prestatarios ahora se hipotecan por el 50% del valor de la propiedad, aunque las entidades bancarias continúan ofreciendo hipotecas de hasta 40 años.
En el núcleo europeo, la cultura de la vivienda en propiedad es mucho menos significativa. Sólo un 46% de los alemanes, un 59% de los holandeses o un 63% de los franceses se compra una casa. En Reino Unido, país donde casi dos tercios de la población son propietarios, las condiciones de préstamo se han endurecido y media de los depósitos también se ha elevado del 17 al 20%, de acuerdo con la Comisión de Prestamistas Hipotecarios.