A. ARAGÓN – Cuando se medita acerca de los nuevos modelos constructivos, vienen a la mente edificios de ciencia ficción caracterizados por una arquitectura futurista. Sin embargo, la vuelta a lo natural y a los materiales de toda la vida es una tendencia que gana fuerza. Este retorno a las raíces está capitaneado por casas cuya materia prima principal se aleja del acero o el ladrillo convencional. Estamos hablando de las viviendas de paja y de adobe, ejemplos de sostenibilidad que cuentan cada vez con más adeptos.
Casas de paja
La paja es un material asilante, renovable, de bajo coste y fácil de utilizar. Para emplearlo en la construcción se emplean grandes balas o bloques que pueden actuar como muros de carga o solo como cerramiento, combinados con madera. Tal y como nos cuenta Patricia Cebada, arquitecta y cofundadora de Taller Karuna, el germen de este sistema está en Estados Unidos, donde a finales del siglo XIX los colonos que llegaron a las llanuras de Nebraska construyeron con los recursos que tenían disponibles. La propia arquitecta y su pareja levantaron “una pequeña construcción de 30 m², diáfana, con diseño bioclimático y cubierta vegetal”.
Otra de las personas seducidas por esta fórmula es Verónica Doña, que se puso manos a la obra en el momento en que el precio de la vivienda estaba en máximos históricos. “Queríamos hacer algo original, a nuestra medida, con criterios sostenibles, intentando usar materiales lo más respetuosos posible con el medio ambiente”. La vivienda de Verónica tiene 80m², dos habitaciones y un baño. Es su primera vivienda y donde vive todo el año. Su dueña también describe la existencia de “un porche de 50m² que comunica los dos volúmenes, un despacho de 20 m² y un patio interior que, debido a la zona donde nos encontramos, Levante, es donde prácticamente hacemos vida”.
Las ventajas de la utilización de la paja abarca muchos aspectos. La arquitecta Cebada comenta que se trata de “uno de los materiales constructivos más ecológicos, no está manufacturado, es totalmente natural y un desecho de la agricultura”. Para Verónica, la principal ventaja es el aislamiento: “los muros de 50 cm, revestidos de barro y mortero de cal, son los que consiguen que en nuestra casa la temperatura oscile entre 20 y 24ºC todo el año”. Igualmente, la ausencia total de toxicidad es un punto a favor: “es una casa sana, en la que no se han usado armaduras de hierro que puedan crear campos electromagnéticos, evitamos los productos nocivos”.
El tema de las licencias sigue los mismos cauces que el resto: contar con un proyecto visado por el colegio de arquitectos. “Tuvimos que contratar una arquitecta especializada en construcción sostenible que nos hiciese toda la documentación del proyecto, memoria y planos”, admite Verónica. Respecto al coste, Cebada indica que es complicado dar un presupuesto cerrado porque hay que analizar “si es autoconstrucción, si hay algún profesional, la forma de construir, el diseño, la ubicación, etc.”. El precio aproximado por metro cuadrado estaría entre 400 y 600 euros. En el caso de Verónica, el monto total fue de alrededor de 100.000 euros. “Contratar la construcción de nuestra casa por un ajeno, hubiese costado dos o tres veces este presupuesto”, concluye.
Casas de adobe
Las viviendas de adobe parten de la utilización de “ladrillos de barro y arena mezclados con paja y un aglutinante”, tal y como revela Ángel Díaz, arquitecto y bioconstructor. Para encontrar el origen de esta técnica, el experto comenta que hay que remontarse al Neolítico, concretamente, “a los primeros asentamientos agrícolas de la zona oriental del Mediterréneo”. Su expansión fue fruto de la escasez de otros materiales como la madera o la piedra, lo que ha dado como resultado que “aproximadamente el 25% de la población mundial viva en casas de adobe, tapial, barro o similar”, estima Díaz.
A la hora de poner encima de la mesa las principales ventajas de este método de construcción, el coste es un punto importante. Los ladrillos de adobe se fabrican a pie de obra, lo que conlleva un sustancial ahorro en transporte, y además, “no se necesita ni maquinaria especializada ni mano de obra cualificada para su fabricación”. Otra de sus bondades es que “es cuatro veces más aislante que el ladrillo”, indica el bioconstructor, que incide en su excelente ‘inercia térmica’, reteniendo bien el calor y el frío. No obstante, Díaz aconseja que “para sacar el máximo partido a esta propiedad, conviene combinarlo con un aislante térmico colocado en la cara exterior del muro”. Por otro lado, para mantener estas casas en perfecto estado, cada 2-3 años hay que revestir los muros de cal.
Para levantar una casa de adobe, los trámites legales también seguirían los habituales de una vivienda convencional, pero dado que “no hay ninguna normativa que regule su cálculo y ejecución, es necesario presentar un estudio técnico-estructural y un estudio climático para justificar la solución constructiva adoptada”, indica Díaz. Se puede elegir cualquier localización, pero si ésta es propensa a las lluvias, “es necesario proteger bien los muros mediante un buen revestimiento, una adecuada cimentación y aleros de la cubierta pronunciados”, concreta el arquitecto. En el momento de echar números, todo dependerá de si se encarga su realización a un constructor o si se opta por la autoconstrucción, lo que proporcionaría un ahorro del 10%.
Mirando la futuro
La bioconstrucción en España es alentada a través de competiciones internacionales entre escuelas de arquitectura, pero para su aplicación habitual todavía queda mucho tiempo. Cebada se lamenta de que “en la administración no haya un interés real en solucionar nuestro impacto en el planeta”. Mientras, en países como Alemania hay una normativa específica para este tipo de construcciones. La concentración de la población en las ciudades se aleja de los materiales naturales y prima por “una solución económicamente más competitiva, estandarizada y de mayor durabilidad como es el ladrillo”, según Díaz.
En medio de un entorno de crisis, la autoconstrucción de bajo impacto ambiental atrae las miradas. Verónica no tiene reparos en recomendar a los demás seguir sus pasos y optar por la autoconstrucción porque “es una experiencia inolvidable y una satisfacción tremenda el haber construido tu casa con tus propias manos”. Aunque el cambio de tendencia no será ni mucho menos inmediato, los resultados reales han demostrado que el uso de paja o adobe en la edificación es perfectamente viable.¿Será posible que los ciudadanos acaben viviendo en pleno siglo XXI como lo hacía en los primeros tiempos?
Fuente: http://www.pisos.com/