Del pinchazo a la regeneración



Crear empleos y riqueza de forma sostenible y respetuosa con el medioambiente. Esta frase es una suerte de mantra, el objetivo ideal cuando se analiza el futuro de la economía española. Aunque parezca una aspiración imposible en un entorno marcado por la recesión, los recortes y el paro, hay un sector que puede alcanzar esa meta si se apuesta por él: el de la rehabilitación de edificios con criterios de eficiencia energética.


Ese es el mensaje que defendieron los invitados de un desayuno organizado por EL PAÍS el pasado martes. La directora general de Arquitectura, Vivienda y Suelo, Pilar Martínez; el arquitecto Albert Cuchí; el consejero delegado de Ferrovial Agromán, Alejandro de la Joya; el vicepresidente de Asset y Capital Structuring del Santander, Manuel Gámez, y el teniente de alcalde y concejal de urbanismo de Vitoria-Gasteiz, Miguel Garnica, coincidieron en los numerosos beneficios que puede aportar este nuevo sector en una economía deprimida como la española, que todavía sufre la resaca del pinchazo de la burbuja inmobiliaria.

La rehabilitación energética consiste en reformar los edificios para reducir su consumo de energía y sus emisiones de CO2 mediante el uso de materiales más eficientes, la mejora de los aislamientos o la incorporación de nuevas tecnologías. “Es una política en la que todos ganamos: los hogares, los barrios y las ciudades”, sostiene Martínez. “Es un sector con un margen de negocios muy importante por el que apostamos. Tenemos, eso sí, una labor importante por hacer y debemos recortar la distancia tan grande que nos separa del resto de Europa”, asegura.
Porque fue precisamente en el seno de la Unión Europea donde se dio el primer impulso a esa rehabilitación energética. El Parlamento de Estrasburgo aprobó el año pasado una nueva directiva que pretende reducir un 20% el consumo de energía con vistas a 2020. El documento fija una serie de objetivos que los Estados miembros, las compañías energéticas y las grandes empresas deben cumplir en plazo. Los Gobiernos tienen la obligación de renovar cada año el 3% de la superficie total de los edificios públicos; las eléctricas tendrán que presentar planes de ahorro, y las grandes empresas habrán de someterse a una auditoría energética cada cuatro años.
Para los asistentes al encuentro, la normativa de Bruselas brinda la oportunidad de avanzar en el desarrollo de este sector que da sus primeros pasos. “Hasta ahora, todos los esfuerzos han ido dirigidos hacia la nueva construcción por el crecimiento de la población”, explica Cuchí, miembro del Grupo de Trabajo sobre Rehabilitación (GTR). “La rehabilitación siempre ha sido la cenicienta. Ahora debemos marcar objetivos distintos para un nuevo negocio. ¿Qué calidad deben tener los edificios? ¿Qué hay que hacer para conseguir los objetivos?”, señala.
Uno de los principales atractivos de la rehabilitación energética es que supone, a medio plazo, una alternativa interesante para el sector de la construcción, pilar básico de la economía española durante los años del boom inmobiliario, que sufre las peores consecuencias de la crisis tras el estallido de la burbuja. Según un informe elaborado por el GTR en 2012, esta actividad es capaz de reactivar el empleo y las empresas que cayeron entonces. Las estimaciones señalan que se podrían crear cerca 140.000 empleos al año en España y unos 9.000 millones de euros de facturación. Para ello, sería necesario aumentar el número de rehabilitaciones anuales desde las 35.000 actuales hasta 200.000. “Este sector es tan intensivo en consumo de mano de obra como la edificación normal, y el empleo que crea es de mayor calidad”, destaca Cuchí. Gámez insiste, por su parte, en que no solo sería un salvavidas para el depauperado sector de la construcción. “También tendría un efecto positivo sobre la industria de componentes, sobre las pymes, e incluso podría contribuir a reactivar un sector deprimido como el de la fotovoltaica”, señala.
“En Vitoria, una inversión del Ayuntamiento de 1,3 millones de euros para subvencionar este tipo de proyectos ha generado 18 millones de euros en ejecución y obras”, señala Garnica, edil de la capital vasca por el Partido Popular.
Pero no solo es creación de empleo y crecimiento económico, sino que apostar por estos proyectos también trae un enorme ahorro de energía que permitiría cumplir con los criterios medioambientales fijados por la UE. Bruselas planea reducir entre un 88% y un 91% las emisiones de gases de efecto invernadero de los edificios antes de 2050. El GTR calcula que, solo con la instalación de placas solares, se podría reducir el consumo de calefacción un 80%, y el consumo doméstico de energía en general, un 16%.
Y con reformas más integrales, la capacidad de ahorro puede seguir creciendo. “Se puede bajar el consumo anual de calefacción a 15 kilovatios a la hora, por metro cuadrado; cuando en España una vivienda puede consumir 75”, explica Cuchí. En Vitoria, señala Garnica, “las reformas que se han realizado en un edificio público como el Palacio Europa han permitido reducir el consumo eléctrico en un 70% y reducir el gasto en 130.000 euros”.
Y no hay que olvidar, apunta Gámez, que no solo los edificios de viviendas pueden reconvertirse para hacerse más sostenibles. El ejecutivo del Santander insiste en que los edificios públicos y también las oficinas, sedes de empresas y hoteles pueden y deben afrontar estas renovaciones. “Para un sector como el turístico, la rehabilitación energética es una clave de futuro a medio y a largo plazo, ya que permite reducir costes y mejorar el confort de las instalaciones”, asegura.
Ante un escenario que se presenta tan idílico, el desarrollo de un sector capaz de crear empleo, generar ingresos, facilitar el ahorro y reducir la contaminación parece ineludible. Más aún en tiempos de crisis. Pero el cambio debe, sin embargo, superar algunos obstáculos. El primero y prioritario es el más obvio: ¿Cómo se consigue la financiación para llevar a cabo inversiones tan importantes en el contexto económico actual?
Cuando surge el tema, todas las miradas se dirigen hacia Gámez. “Llevamos años intentando encontrar vías de financiación para estos proyectos” afirma. “Hay que mitigar el riesgo de crédito para los bancos. Para ello, creemos que una opción es incorporar el coste de la financiación a través de la propia factura de la luz, como se hace en el Reino Unido”. El importe de la factura energética, que baja al hacer el edificio más eficiente, se mantiene para pagar a través de ella la financiación de las obras. De la Joya también alaba el modelo británico, aunque todos entienden que es un momento complicado para meter mano a la cuenta de la luz mientras no se aborde una reforma energética. Pilar Martínez también tiene sus reservas a la hora de importar un sistema de financiación. “Tenemos que encontrar un modelo propio, adaptado a las necesidades de España. Por ejemplo, el sistema francés no serviría aquí”, sostiene. Gámez considera que “lo más importante” es que la rehabilitación no suponga una carga que las comunidades de propietarios y las empresas no se puedan permitir en este momento.
Porque ese es el siguiente escollo, sobre todo en lo que se refiere a edificios residenciales: conseguir una conciencia favorable a la rehabilitación. “El éxito va a depender de las comunidades de vecinos. Por eso hay que informarles de sus obligaciones y del estado de sus edificios, y después, ofrecerles formas financieramente factibles de resolver todos esos problemas”, afirma Martínez, que defiende que el Gobierno ha tomado medidas para poner las cosas fáciles a los propietarios. La reciente ley de rehabilitación elimina una serie de trabas administrativas, reduce las mayorías necesarias para aprobar modificaciones en los inmuebles y permite alquilar locales, viviendas u otros elementos comunes para pagar las obras. Tanto Cuchí como De la Joya celebran los cambios introducidos por la legislación, aunque Garnica cree que las Administraciones tienen que ser todavía más flexibles a la hora de agilizar los trámites burocráticos.
El consejero delegado de Ferrovial es muy optimista y sostiene que es un momento “inmejorable” para que el sector de la rehabilitación eche a andar. “Todo ha cambiado, y se han eliminado un montón de trabas”, resalta. De la Joya aboga por crear un proyecto piloto “a la mayor escala posible” y conseguir el apoyo económico de la European Climate Foundation. Gámez recuerda que España cada vez recibirá menos fondos europeos y que la mayoría deberían ir destinados a I+D y eficiencia energética. “Si no los aprovechamos, los vamos a perder”. Después tocaría empezar una campaña de divulgación de todas las bonanzas de este proceso de regeneración, que, según Garnica, tiene que ser participativo. “Hace falta colaboración entre Administraciones, agentes económicos y ciudadanos”.
El concejal vitoriano también defiende la necesidad de ser ambiciosos. “No hay que quedarse en la sustitución de calderas o iluminación; hay que ir a procesos integrales y amplios”. Aprovechar esta “oportunidad fantástica”, en palabras de De la Joya, para que la rehabilitación del parque inmobiliario español se convierta en una auténtica reconversión del maltrecho sector de la construcción.
Fuente: http://www.elpais.com/
 
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