La visita a Londres esta semana del ministro de Fomento, José Blanco, en busca de compradores foráneos para las aproximadamente 700.000 viviendas españolas fue recibida con la protesta ruidosa, visceral incluso, de un nutrido grupo de británicos cuyo sueño de jubilarse bajo el sol mediterráneo se convirtió en una pesadilla. No existe una cifra exacta, pero se estiman en miles los extranjeros que se han visto engañados por promociones falsas o por la aplicación de unos cambios en la política urbanística de zonas costeras, Andalucía principalmente, donde de la noche a la mañana los terrenos o viviendas que habían adquirido eran ilegales y no valían nada y serán demolidas.
Keith Williams era uno de los que protestaban el pasado miércoles a las puertas de la embajada donde el ministro comparecía. Con 67 años, desde hace dos debería estar disfrutando del sol de Andalucía, y sin embargo continúa junto a su mujer en una habitación prestada en la casa de unos amigos en el Reino Unido.
En el 2004, Williams adquirió un terreno de 10.000 metros cuadrados con una vivienda en ruinas de 100 metros en Riogordo, provincia de Málaga, a unos 40 minutos de la costa. Pagó unos 90.000 euros. En aquel momento el ayuntamiento le dijo que no podría construir una casa residencial de más metros cuadrados que la vivienda en ruinas, pero sí una nave de 150 que podría edificar como una casa residencial. En un futuro, según explicaba, se podría registrar sin problemas. Los Williams, a punto de jubilarse, se valieron de los ahorros de una vida para adquirir el terreno, vendieron su casa en Inglaterra y el dinero lo destinaron a la construcción de su futura casa. En total, otros 100.000 euros. Su error fue un mal cálculo de tiempos. Tardaron tres años en construir la estructura y techos de la nave. En ese tiempo se endureció la legislación y se eliminaron competencias urbanísticas a los ayuntamientos. El servicio de inspección denunció la obra por no ajustarse a una nave agrícola. La denuncia llegó a la Fiscalía y se paró. Y así continúa, precintada y sin terminar.
Nadie asesoró o previno a Williams de las consecuencias. Ahora tiene que gastar aún más dinero, otros 20.000 euros, para modificar su estructura y hacerla realmente una nave agrícola rectangular que jamás podrá vender como casa residencial. Ha tenido que seguir trabajando a sus 67 años, está arruinado, sin casa, pero con una espléndida nave agrícola.
Fuente: http://www.lavozdegalicia.es/
Keith Williams era uno de los que protestaban el pasado miércoles a las puertas de la embajada donde el ministro comparecía. Con 67 años, desde hace dos debería estar disfrutando del sol de Andalucía, y sin embargo continúa junto a su mujer en una habitación prestada en la casa de unos amigos en el Reino Unido.
En el 2004, Williams adquirió un terreno de 10.000 metros cuadrados con una vivienda en ruinas de 100 metros en Riogordo, provincia de Málaga, a unos 40 minutos de la costa. Pagó unos 90.000 euros. En aquel momento el ayuntamiento le dijo que no podría construir una casa residencial de más metros cuadrados que la vivienda en ruinas, pero sí una nave de 150 que podría edificar como una casa residencial. En un futuro, según explicaba, se podría registrar sin problemas. Los Williams, a punto de jubilarse, se valieron de los ahorros de una vida para adquirir el terreno, vendieron su casa en Inglaterra y el dinero lo destinaron a la construcción de su futura casa. En total, otros 100.000 euros. Su error fue un mal cálculo de tiempos. Tardaron tres años en construir la estructura y techos de la nave. En ese tiempo se endureció la legislación y se eliminaron competencias urbanísticas a los ayuntamientos. El servicio de inspección denunció la obra por no ajustarse a una nave agrícola. La denuncia llegó a la Fiscalía y se paró. Y así continúa, precintada y sin terminar.
Nadie asesoró o previno a Williams de las consecuencias. Ahora tiene que gastar aún más dinero, otros 20.000 euros, para modificar su estructura y hacerla realmente una nave agrícola rectangular que jamás podrá vender como casa residencial. Ha tenido que seguir trabajando a sus 67 años, está arruinado, sin casa, pero con una espléndida nave agrícola.
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