El negocio inmobilario ha centrado durante años el crecimiento económico del país. Ahora, con la mayoría de las empresas endeudadas y con cifras de ventas de viviendas muy alejadas de épocas anteriores, la imaginación y la novedad parecen ser las dos únicas fórmulas de supervivencia.
Entre las iniciativas inéditas, surge una que, aunque por volumen no es la más importante, sí centra la atención por llamativa. Se trata de la adquisición de antiguos caseríos, granjas, castillos a medio derruir e, incluso, pueblos enteros.
La oferta donde acudir es más que abundante. Las zonas rurales ocupan un 91,3% del territorio español y, sin embargo, sólo acogen al 31% de la población, que, cansada de la escasez de oferta laboral, sanitaria y de ocio, termina mudándose a una gran ciudad.
Esta situación, permanente desde hace más de cuatro décadas, ha dejado más de 3.000 pueblos abandonados en España. Un éxodo que, muy poco a poco, se pretende paliar gracias a iniciativas llevadas a cabo por pequeños emprendedores que han visto negocio en estas zonas sin habitar. Además, el precio del terreno queda a años luz del que se pide en las zonas urbanas.
Hasta el momento, son sólo pequeñas propuestas que permiten reactivar una zona gracias, principalmente, al turismo rural, un fenómeno muy de moda con cada vez más peso en este sector, tradicionalmente, basado en el modelo sol-playa.
Para llevar a cabo estas iniciativas, la mayoría de empresarios busca ayudas financieras en organismos públicos.
Muchas de las subvenciones para proyectos en las zonas rurales proceden actualmente de la Unión Europea, que concede a cada país miembro una cantidad destinadas a implementar programas de desarrollo rural. En el caso de España, la partida presupuestaria para el periodo actual asciende a 13,8 millones de euros. De ellos, 7,2 millones se destinan a la promoción de iniciativas en zonas rurales; el resto se dirige a ayudas directas a la agricultura.
¿Cómo se puede acceder a esta ayuda? En España, los fondos para proyectos de recuperación y puesta en marcha de propuestas empresariales en zonas rurales se canalizan a través de grupos de acción local. En la actualidad, existen unos 300, repartidos por comarcas. Compuestos por entidades públicas (en un 50%) y diferentes asociaciones de empresarios de la zona, culturales, jóvenes y agrarias, deciden a qué proyecto se otorga la financiación, según las necesidades de cada comarca. “Los planes de zona van más allá del turismo rural, en cada zona hay una serie de prioridades”, explica Fran Pomares, portavoz de Red Española de Desarrollo Rural (Redr), asociación que aglutina a los diferentes grupos comarcales.
Aunque no existe una cifra fijada, ya que depende de cada proyecto y del presupuesto de la zona, un grupo puede gestionar alrededor de 1,5 millones de euros, cuantía que recibe cada seis años. Junto a las subvenciones, los consorcios de desarrollo rural ayudan también en la gestión y tramitación de permisos necesarios para desarrollar estas iniciativas.
Además, las nuevas empresas que se crean en las zonas rurales pueden beneficiarse de convenios que estos grupos de desarrollo tienen con diferentes cajas de ahorros y bancos, que facilitan el acceso a la financiación.
¿Cómo se compra un pueblo? Aunque éste apenas tenga diez casas y no se encuentre habitado desde hace décadas, existe todo un proceso que suele durar alrededor de un año. Este trámite se debe de hacer si lo que se adquiere es una sola parcela, un castillo o una antigua iglesia. En primer lugar, hay que contactar con los dueños. Habitualmente, si no es una herencia o se conoce a los antiguos habitantes, este paso se realiza a través del registro de la propiedad.
Existen, además, iniciativas particulares que recopilan información sobre pueblos abandonados. Por ejemplo, la página web pueblosabandonados.es es uno de los portales más activos para conocer emplazamientos sin ocupar, sus características y ubicación. En ese rincón virtual, se recogen ejemplos de pueblos rehabilitados, en los que, como en casi toda operación inmobiliaria, el precio es el secreto mejor guardado. En esta web se recomienda, por ejemplo, que una vez contactado con los propietarios y fijado el precio de la adquisición, se constate a través de notas simples, presentes en el Registro de la Propiedad de cada zona, que el vendedor es realmente el dueño de esas propiedades y cuál es el uso que se puede dar, en el caso de un terreno.
Hotel-pueblo
Uno de los pueblos rehabilitados para montar un negocio es Riosa. Hace unos siete años, el arquitecto Tino Álvarez decidió cambiar su empleo en una empresa constructora por la gestión de un hotel-pueblo. A través de una herencia familiar, Álvarez adquirió tres casas en Riosa, un pueblo abandonado de Asturias. “Compartía la propiedad con diez primos y decidí comprarla”, explica el arquitecto.
Desde 2003 hasta 2005, el empresario comenzó la búsqueda de los propietarios de viviendas y terrenos de Riosa, hasta hacerse con los 14 inmuebles. “Lo que más costó es encontrar a los herederos y poner en valor unas casas que estaban abandonadas”, explica. Tras dos años de obras, se inauguró la primera fase del proyecto, en 2007 y, un año después, se abrió el complejo entero. “La idea era adaptar un hotel que puedes encontrar en el centro de Oviedo, en plena sierra asturiana”.
Con una inversión de 1,5 millones de euros, 1.500 metros cuadrados de superficie construida y 25.000 metros cuadrados de finca, el establecimiento fue galardonado como premio Idepa al proyecto más innovador de la zona. “Por fuera, parece el típico pueblo asturiano; por dentro, un establecimiento vanguardista decorado al estilo balinés”.
Concesión pública
La puesta en marcha de una iniciativa de desarrollo rural no conlleva necesariamente la compra de los terrenos. En el caso de los terrenos municipales o de edificios propiedad de instituciones religiosas, el método para adjudicarse el suelo también puede proceder de una concesión pública.
Así lo hizo Ignacio Mas de Xaxas, responsable de la firma British Summer, especializada en cursos de inglés en el extranjero, que, hace seis años, decidió montar un negocio fuera del ámbito habitual de trabajo. “Me hablaron de la zona de Matarraña (Teruel), hablamos con el alcalde y, cuando nos enseñó la ermita, nos enamoramos”, explica este empresario. Tras dos años de trámites, Mas de Xaxas cerró sendas concesiones, con el Ayuntamiento de la localidad y con la Iglesia, propietaria de la casa del ermitaño. “La ermita tiene dos partes; por un lado, la zona consagrada y, por otra, la vivienda aledaña, que es con la que nos hemos quedado y en la que hemos instalado el restaurante, con las cocinas y dos habitaciones del hotel”.
En el caso del acuerdo con el Ayuntamiento, los nuevos gestores podrán utilizar los terrenos situados alrededor de la ermita durante 40 años. Allí, se asientan diez casas-cubo, integradas plenamente en el paisaje.
Finalmente, después de un periodo de prueba de dos meses, en febrero de 2009, abrió las puertas el hotel Consolación. Un proyecto cuya inversión asciende a 1,8 millones de euros, financiado en parte por Ibercaja y subvencionado, sobre todo la parte de edificación, por los fondos Feader. “Conocimos estas ayudas a través de Omezyma (organización para el desarrollo de las zonas del Mezquín, Matarraña y Bajo Aragón) y el Instituto Aragonés de Fomento, que canalizan fondos nacionales y europeos. Nos concedieron 100.000 euros”, explica Mas de Xaxas.
De pueblo minero a hotel de lujo
En el interior de Asturias, a pocos kilómetros de Oviedo, se encuentra Riosa, un pueblo abandonado desde hace décadas hasta que, hace siete años, el arquitecto Tino Álvarez decidió convertirlo en un hotel. Tras una herencia, se hizo poco a poco con las 14 viviendas que tenía la localidad. Durante años, Álvarez se ocupó de los trámites necesarios para devolver al pueblo electricidad y saneamiento. A día de hoy, las casas han dado lugar a lujosas habitaciones con televisiones de plasma; y la antigua cuadra se ha convertido en un spa, con más de un centenar de tratamientos. Enclavado en la zona de los valles Mineros, Riosa se ha transformado en el hotel La Aldeña Soñada.
Fuente: http://www.expansion.com/
Entre las iniciativas inéditas, surge una que, aunque por volumen no es la más importante, sí centra la atención por llamativa. Se trata de la adquisición de antiguos caseríos, granjas, castillos a medio derruir e, incluso, pueblos enteros.
La oferta donde acudir es más que abundante. Las zonas rurales ocupan un 91,3% del territorio español y, sin embargo, sólo acogen al 31% de la población, que, cansada de la escasez de oferta laboral, sanitaria y de ocio, termina mudándose a una gran ciudad.
Esta situación, permanente desde hace más de cuatro décadas, ha dejado más de 3.000 pueblos abandonados en España. Un éxodo que, muy poco a poco, se pretende paliar gracias a iniciativas llevadas a cabo por pequeños emprendedores que han visto negocio en estas zonas sin habitar. Además, el precio del terreno queda a años luz del que se pide en las zonas urbanas.
Hasta el momento, son sólo pequeñas propuestas que permiten reactivar una zona gracias, principalmente, al turismo rural, un fenómeno muy de moda con cada vez más peso en este sector, tradicionalmente, basado en el modelo sol-playa.
Para llevar a cabo estas iniciativas, la mayoría de empresarios busca ayudas financieras en organismos públicos.
Muchas de las subvenciones para proyectos en las zonas rurales proceden actualmente de la Unión Europea, que concede a cada país miembro una cantidad destinadas a implementar programas de desarrollo rural. En el caso de España, la partida presupuestaria para el periodo actual asciende a 13,8 millones de euros. De ellos, 7,2 millones se destinan a la promoción de iniciativas en zonas rurales; el resto se dirige a ayudas directas a la agricultura.
¿Cómo se puede acceder a esta ayuda? En España, los fondos para proyectos de recuperación y puesta en marcha de propuestas empresariales en zonas rurales se canalizan a través de grupos de acción local. En la actualidad, existen unos 300, repartidos por comarcas. Compuestos por entidades públicas (en un 50%) y diferentes asociaciones de empresarios de la zona, culturales, jóvenes y agrarias, deciden a qué proyecto se otorga la financiación, según las necesidades de cada comarca. “Los planes de zona van más allá del turismo rural, en cada zona hay una serie de prioridades”, explica Fran Pomares, portavoz de Red Española de Desarrollo Rural (Redr), asociación que aglutina a los diferentes grupos comarcales.
Aunque no existe una cifra fijada, ya que depende de cada proyecto y del presupuesto de la zona, un grupo puede gestionar alrededor de 1,5 millones de euros, cuantía que recibe cada seis años. Junto a las subvenciones, los consorcios de desarrollo rural ayudan también en la gestión y tramitación de permisos necesarios para desarrollar estas iniciativas.
Además, las nuevas empresas que se crean en las zonas rurales pueden beneficiarse de convenios que estos grupos de desarrollo tienen con diferentes cajas de ahorros y bancos, que facilitan el acceso a la financiación.
¿Cómo se compra un pueblo? Aunque éste apenas tenga diez casas y no se encuentre habitado desde hace décadas, existe todo un proceso que suele durar alrededor de un año. Este trámite se debe de hacer si lo que se adquiere es una sola parcela, un castillo o una antigua iglesia. En primer lugar, hay que contactar con los dueños. Habitualmente, si no es una herencia o se conoce a los antiguos habitantes, este paso se realiza a través del registro de la propiedad.
Existen, además, iniciativas particulares que recopilan información sobre pueblos abandonados. Por ejemplo, la página web pueblosabandonados.es es uno de los portales más activos para conocer emplazamientos sin ocupar, sus características y ubicación. En ese rincón virtual, se recogen ejemplos de pueblos rehabilitados, en los que, como en casi toda operación inmobiliaria, el precio es el secreto mejor guardado. En esta web se recomienda, por ejemplo, que una vez contactado con los propietarios y fijado el precio de la adquisición, se constate a través de notas simples, presentes en el Registro de la Propiedad de cada zona, que el vendedor es realmente el dueño de esas propiedades y cuál es el uso que se puede dar, en el caso de un terreno.
Hotel-pueblo
Uno de los pueblos rehabilitados para montar un negocio es Riosa. Hace unos siete años, el arquitecto Tino Álvarez decidió cambiar su empleo en una empresa constructora por la gestión de un hotel-pueblo. A través de una herencia familiar, Álvarez adquirió tres casas en Riosa, un pueblo abandonado de Asturias. “Compartía la propiedad con diez primos y decidí comprarla”, explica el arquitecto.
Desde 2003 hasta 2005, el empresario comenzó la búsqueda de los propietarios de viviendas y terrenos de Riosa, hasta hacerse con los 14 inmuebles. “Lo que más costó es encontrar a los herederos y poner en valor unas casas que estaban abandonadas”, explica. Tras dos años de obras, se inauguró la primera fase del proyecto, en 2007 y, un año después, se abrió el complejo entero. “La idea era adaptar un hotel que puedes encontrar en el centro de Oviedo, en plena sierra asturiana”.
Con una inversión de 1,5 millones de euros, 1.500 metros cuadrados de superficie construida y 25.000 metros cuadrados de finca, el establecimiento fue galardonado como premio Idepa al proyecto más innovador de la zona. “Por fuera, parece el típico pueblo asturiano; por dentro, un establecimiento vanguardista decorado al estilo balinés”.
Concesión pública
La puesta en marcha de una iniciativa de desarrollo rural no conlleva necesariamente la compra de los terrenos. En el caso de los terrenos municipales o de edificios propiedad de instituciones religiosas, el método para adjudicarse el suelo también puede proceder de una concesión pública.
Así lo hizo Ignacio Mas de Xaxas, responsable de la firma British Summer, especializada en cursos de inglés en el extranjero, que, hace seis años, decidió montar un negocio fuera del ámbito habitual de trabajo. “Me hablaron de la zona de Matarraña (Teruel), hablamos con el alcalde y, cuando nos enseñó la ermita, nos enamoramos”, explica este empresario. Tras dos años de trámites, Mas de Xaxas cerró sendas concesiones, con el Ayuntamiento de la localidad y con la Iglesia, propietaria de la casa del ermitaño. “La ermita tiene dos partes; por un lado, la zona consagrada y, por otra, la vivienda aledaña, que es con la que nos hemos quedado y en la que hemos instalado el restaurante, con las cocinas y dos habitaciones del hotel”.
En el caso del acuerdo con el Ayuntamiento, los nuevos gestores podrán utilizar los terrenos situados alrededor de la ermita durante 40 años. Allí, se asientan diez casas-cubo, integradas plenamente en el paisaje.
Finalmente, después de un periodo de prueba de dos meses, en febrero de 2009, abrió las puertas el hotel Consolación. Un proyecto cuya inversión asciende a 1,8 millones de euros, financiado en parte por Ibercaja y subvencionado, sobre todo la parte de edificación, por los fondos Feader. “Conocimos estas ayudas a través de Omezyma (organización para el desarrollo de las zonas del Mezquín, Matarraña y Bajo Aragón) y el Instituto Aragonés de Fomento, que canalizan fondos nacionales y europeos. Nos concedieron 100.000 euros”, explica Mas de Xaxas.
De pueblo minero a hotel de lujo
En el interior de Asturias, a pocos kilómetros de Oviedo, se encuentra Riosa, un pueblo abandonado desde hace décadas hasta que, hace siete años, el arquitecto Tino Álvarez decidió convertirlo en un hotel. Tras una herencia, se hizo poco a poco con las 14 viviendas que tenía la localidad. Durante años, Álvarez se ocupó de los trámites necesarios para devolver al pueblo electricidad y saneamiento. A día de hoy, las casas han dado lugar a lujosas habitaciones con televisiones de plasma; y la antigua cuadra se ha convertido en un spa, con más de un centenar de tratamientos. Enclavado en la zona de los valles Mineros, Riosa se ha transformado en el hotel La Aldeña Soñada.
Fuente: http://www.expansion.com/