Las provincias limítrofes con Madrid y las costeras acaparan la mayor parte del exceso de oferta, pero en algunas zonas comienza a absorberse: ya casi no se inician viviendas y, poco a poco, aunque erráticamente, van remontando las operaciones de compraventa.
A peor ya no podemos ir. Al menos, en la sobreoferta de viviendas existente. Ésta es, al menos, la opinión del Gobierno. Según sus estimaciones, al cierre de 2009, el «stock» de viviendas nuevas sin vender ascendía a 688.044 inmuebles, lo que supone un aumento del 12,1 por ciento con respecto al cierre del año anterior. Se trata, según los cálculos del Ministerio de la Vivienda, del menor incremento de los últimos años. No hay que olvidar que entre 2006 y 2008, el volumen de viviendas sin vender subía a ritmos de más de un 40 por ciento anual.
Aunque el Ministerio de Vivienda no lo incorpora en sus estadísticas, a los cerca de 700.000 inmuebles terminados sin vender habría que sumar los 306.922 que se encuentran en construcción. En total, la cifra real del «stock» de pisos sin vender alcanzaría el millón de viviendas.
Ahondemos un poco más en la estadística del Gobierno. Si el ritmo de crecimiento de la sobreoferta se ha moderado ha sido porque se siguen iniciando menos viviendas de las que se terminan, un fenómeno que llevamos viendo desde el año 2007. Así, poco a poco, se va conteniendo el crecimiento del «stock». Además, aunque se siguen terminando más viviendas de las que se venden, la diferencia va siendo cada vez menor. En 2008, se terminaron 600.000 viviendas y se vendieron 300.000. En 2009, se terminaron 400.000 y el número de transacciones de pisos nuevos fue de 200.000.
Pero en los últimos días, los datos nos han proporcionado noticias desiguales. Por ejemplo, en febrero, si el número de compraventas de viviendas nuevas aumentaban a un ritmo cercano al 15 por ciento interanual, en marzo sufrió una recaída: las transacciones de este tipo de inmuebles cayeron un cuatro por ciento en tasa interanual. En cambio, las ventas de pisos usados, de más de dos años de antigüedad, continúan aumentando a buen ritmo (a una tasa que ronda el 25 por ciento).
Mientras, el número de visados para construir pisos cayó un 30,86 por ciento hasta febrero. Entre enero y febrero, sólo se solicitaron 13.906 permisos para edificar nuevas viviendas. Por tanto, el crecimiento de la oferta es muy limitado, a la vez que, poco a poco, se va absorbiendo el «stock».
Diferencias geográficas
El problema no es el mismo según la zona de la que hablemos. De hecho, ya hay nueve provincias, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde se ha producido una reducción del excedente de inmuebles.
Concretamente, en las dos provincias extremeñas, dos castellano-leonesas (Zamora y Salamanca), Tarragona, Navarra, Las Palmas, Jaén y Guadalajara. Según un comunicado emitido por el G-14, que aglutina a las principales inmobiliarias de España, se detecta ya insuficiencia de oferta en un buen número de capitales de provincia.
Pero hay muchos lugares en los que la sobreoferta sigue siendo un problema: tres comunidades autónomas, la Comunidad Valenciana, Andalucía y Cataluña, acumulan el 50 por ciento de la sobreoferta de viviendas. Madrid y sus provincias limítrofes suman el 13,9 por ciento del excedente. De hecho, si se toma en consideración el «stock» de viviendas por cada 100.000 habitantes, las provincias limítrofes con Madrid (Ávila, Toledo, Cuenca y Guadalajara), junto con el arco mediterráneo (Alicante, Almería, Castellón, Girona, Murcia y Tarragona) presentan una sobreoferta mayor. Si en el conjunto del Estado hay 1.472 viviendas vacías por cada 100.000 habitantes, en Castellón hay 5.706; en Toledo, 3.756; y en Almería, 3.290. Éstos son los casos más excesivos.
Por tanto, es en estas provincias donde más recorrido a la baja tendrían los precios. Por debajo de la media se sitúan provincias como Cantabria, donde sólo hay 665 pisos sin vender por cada 100.000 habitantes. En Sevilla, Madrid, las dos provincias extremeñas, Guipúzcoa, Vizcaya, Ceuta y Melilla, la sobreoferta también se sitúa por debajo de las 1.000 viviendas por cada 100.000 habitantes.
Fuente: http://www.finanzas.com/
A peor ya no podemos ir. Al menos, en la sobreoferta de viviendas existente. Ésta es, al menos, la opinión del Gobierno. Según sus estimaciones, al cierre de 2009, el «stock» de viviendas nuevas sin vender ascendía a 688.044 inmuebles, lo que supone un aumento del 12,1 por ciento con respecto al cierre del año anterior. Se trata, según los cálculos del Ministerio de la Vivienda, del menor incremento de los últimos años. No hay que olvidar que entre 2006 y 2008, el volumen de viviendas sin vender subía a ritmos de más de un 40 por ciento anual.
Aunque el Ministerio de Vivienda no lo incorpora en sus estadísticas, a los cerca de 700.000 inmuebles terminados sin vender habría que sumar los 306.922 que se encuentran en construcción. En total, la cifra real del «stock» de pisos sin vender alcanzaría el millón de viviendas.
Ahondemos un poco más en la estadística del Gobierno. Si el ritmo de crecimiento de la sobreoferta se ha moderado ha sido porque se siguen iniciando menos viviendas de las que se terminan, un fenómeno que llevamos viendo desde el año 2007. Así, poco a poco, se va conteniendo el crecimiento del «stock». Además, aunque se siguen terminando más viviendas de las que se venden, la diferencia va siendo cada vez menor. En 2008, se terminaron 600.000 viviendas y se vendieron 300.000. En 2009, se terminaron 400.000 y el número de transacciones de pisos nuevos fue de 200.000.
Pero en los últimos días, los datos nos han proporcionado noticias desiguales. Por ejemplo, en febrero, si el número de compraventas de viviendas nuevas aumentaban a un ritmo cercano al 15 por ciento interanual, en marzo sufrió una recaída: las transacciones de este tipo de inmuebles cayeron un cuatro por ciento en tasa interanual. En cambio, las ventas de pisos usados, de más de dos años de antigüedad, continúan aumentando a buen ritmo (a una tasa que ronda el 25 por ciento).
Mientras, el número de visados para construir pisos cayó un 30,86 por ciento hasta febrero. Entre enero y febrero, sólo se solicitaron 13.906 permisos para edificar nuevas viviendas. Por tanto, el crecimiento de la oferta es muy limitado, a la vez que, poco a poco, se va absorbiendo el «stock».
Diferencias geográficas
El problema no es el mismo según la zona de la que hablemos. De hecho, ya hay nueve provincias, además de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, donde se ha producido una reducción del excedente de inmuebles.
Concretamente, en las dos provincias extremeñas, dos castellano-leonesas (Zamora y Salamanca), Tarragona, Navarra, Las Palmas, Jaén y Guadalajara. Según un comunicado emitido por el G-14, que aglutina a las principales inmobiliarias de España, se detecta ya insuficiencia de oferta en un buen número de capitales de provincia.
Pero hay muchos lugares en los que la sobreoferta sigue siendo un problema: tres comunidades autónomas, la Comunidad Valenciana, Andalucía y Cataluña, acumulan el 50 por ciento de la sobreoferta de viviendas. Madrid y sus provincias limítrofes suman el 13,9 por ciento del excedente. De hecho, si se toma en consideración el «stock» de viviendas por cada 100.000 habitantes, las provincias limítrofes con Madrid (Ávila, Toledo, Cuenca y Guadalajara), junto con el arco mediterráneo (Alicante, Almería, Castellón, Girona, Murcia y Tarragona) presentan una sobreoferta mayor. Si en el conjunto del Estado hay 1.472 viviendas vacías por cada 100.000 habitantes, en Castellón hay 5.706; en Toledo, 3.756; y en Almería, 3.290. Éstos son los casos más excesivos.
Por tanto, es en estas provincias donde más recorrido a la baja tendrían los precios. Por debajo de la media se sitúan provincias como Cantabria, donde sólo hay 665 pisos sin vender por cada 100.000 habitantes. En Sevilla, Madrid, las dos provincias extremeñas, Guipúzcoa, Vizcaya, Ceuta y Melilla, la sobreoferta también se sitúa por debajo de las 1.000 viviendas por cada 100.000 habitantes.
Fuente: http://www.finanzas.com/