Los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística contribuyen a abonar las tesis de quienes como algunas entidades financieras, empresas inmobiliarias e incluso el propio Gobierno intentan convencer a los consumidores de que el ajuste en el sector inmobiliario está tocando fondo y que el precio de los pisos no va a bajar más.
Según Estadística, el precio de la vivienda se redujo un 4,3% en 2009, frente a la caída del 5,4% en 2008. La tasa de variación intertrimestral también sería coherente con dicha apreciación, en tanto que los precios cayeron un 0,4% entre octubre y diciembre frente a la caída del 0,9% del trimestre precedente. Las viviendas de segunda mano se revalorizaron incluso un 0,1% en la recta final de 2009, en lo que sería su primer crecimiento trimestral desde el tercer trimestre.
Estos datos dieron pie ayer a la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, para asegurar que el mercado se ha normalizado y que tendemos a una estabilización. No faltan voces en el propio sector inmobiliario que consideran acabado el margen para seguir recortando precios y dan por zanjado el periodo de ajuste.
La realidad parece enmarcar estos argumentos en un intento por animar a los potenciales compradores a tomar decisiones ya y no esperar posibles gangas. Un diagnóstico verosímil del mercado dice que aún debería absorber un stock de más de un millón de viviendas, según estima BBVA. Por ello, si las estadísticas siempre deben interpretarse con cautela, el sector inmobiliario aún más, pues tradicionalmente no gozan de mucha fiabilidad.
La percepción de los expertos es que el ajuste hasta ahora, en torno a un 10%, es aún insuficiente si se considera que la burbuja sobrevaloró los inmuebles en más de un 30%. Si a ello se suma que el grifo del crédito sigue cerrado, que el drama del paro sigue en aumento y que la confianza de los ciudadanos está bajo mínimos ante las advertencias de que la recuperación no llegará ni tan pronto ni será tan vigorosas como espera el Gobierno, cuesta creer que estemos asistiendo al final del ajuste.
Otra cosa es que quien dispone de stock, ya sean las inmobiliarias y en muchos casos las entidades financieras acreedoras, esté aguantando todo lo que pueda para no evitar que afloren las pérdidas reales. Puede que lo peor haya quedado atrás, pero mientras el sector se resista a la necesaria corrección de precios que, por ejemplo, ya se ha producido en EEUU, el horizonte de la reactivación inmobiliaria seguirá aún lejano. Salvo que queramos hacernos trampas en el solitario y proclamar el final de un ajuste aún a medio camino.
Fuente: http://www.expansion.com/
Según Estadística, el precio de la vivienda se redujo un 4,3% en 2009, frente a la caída del 5,4% en 2008. La tasa de variación intertrimestral también sería coherente con dicha apreciación, en tanto que los precios cayeron un 0,4% entre octubre y diciembre frente a la caída del 0,9% del trimestre precedente. Las viviendas de segunda mano se revalorizaron incluso un 0,1% en la recta final de 2009, en lo que sería su primer crecimiento trimestral desde el tercer trimestre.
Estos datos dieron pie ayer a la ministra de Vivienda, Beatriz Corredor, para asegurar que el mercado se ha normalizado y que tendemos a una estabilización. No faltan voces en el propio sector inmobiliario que consideran acabado el margen para seguir recortando precios y dan por zanjado el periodo de ajuste.
La realidad parece enmarcar estos argumentos en un intento por animar a los potenciales compradores a tomar decisiones ya y no esperar posibles gangas. Un diagnóstico verosímil del mercado dice que aún debería absorber un stock de más de un millón de viviendas, según estima BBVA. Por ello, si las estadísticas siempre deben interpretarse con cautela, el sector inmobiliario aún más, pues tradicionalmente no gozan de mucha fiabilidad.
La percepción de los expertos es que el ajuste hasta ahora, en torno a un 10%, es aún insuficiente si se considera que la burbuja sobrevaloró los inmuebles en más de un 30%. Si a ello se suma que el grifo del crédito sigue cerrado, que el drama del paro sigue en aumento y que la confianza de los ciudadanos está bajo mínimos ante las advertencias de que la recuperación no llegará ni tan pronto ni será tan vigorosas como espera el Gobierno, cuesta creer que estemos asistiendo al final del ajuste.
Otra cosa es que quien dispone de stock, ya sean las inmobiliarias y en muchos casos las entidades financieras acreedoras, esté aguantando todo lo que pueda para no evitar que afloren las pérdidas reales. Puede que lo peor haya quedado atrás, pero mientras el sector se resista a la necesaria corrección de precios que, por ejemplo, ya se ha producido en EEUU, el horizonte de la reactivación inmobiliaria seguirá aún lejano. Salvo que queramos hacernos trampas en el solitario y proclamar el final de un ajuste aún a medio camino.
Fuente: http://www.expansion.com/